Los Reyes Magos
En muchas ocasiones he escrito sobre ellos. Ahora es imprescindible: es su día.
Se dice que venían del “Oriente”, palabra vaga, que geográficamente designa toda la región que se extiende al otro lado del Jordán: Mesopotamia, la tierra del Tigris y del Éufrates donde se asentó Babilonia y, finalmente, Persia. Y a Persia nos conduce el nombre de los magos, que etimológicamente tiene un origen persa y está, además, estrechamente unido con la persona y la doctrina de Zoroastro. Los magos fueron sus primeros discípulos, los que recogieron sus doctrinas reformadoras de las gentes del Irán, los que guardaban la revelación sagrada del Avesta, los que asesoraban a los reyes y disfrutaban de gran poder e influencia, que a veces llegaban a escalar el trono.
El carácter de los presentes que obsequiaron, nos hace pensar que venía de Arabia; pero todos los demás nos sugieren como lugar de precedencia el país en que reinaban los descendientes de Nabucodonosor y de Ciro, de las Llanuras del Éufrates o de los Montes de Ecbatana. Esos pueblos sus sacerdotes examinaban los astros desde sus altos zikuraths, con el largo bonete en la cabeza, la túnica ceñida a los riñones, el manto flotando y las piernas cubiertas con estrechas calzas. Así eran representados en las Catacumbas a estos generosos peregrinos. Sus antepasados habían vivido en contacto con los profetas de Israel, habían conocido los libros e la revelación judaica, y tal vez en los cenáculos se repetía con veneración la profecía de Balaam, un mago ilustre de los días mosaicos: “He aquí lo que anuncia el hombre que ha oído la palabra de Dios, El hombre que ha visto las visiones de Dios: yo le veo en la lejanía, le descubro en los horizontes del porvenir. Una estrella nacerá en Jacob y un cetro se levantará en Israel.”
En la ciudad de Babilonia, centro de los imperios mesopotámicos, había vivido uno de los más grandes videntes, Daniel, el que junto a las aguas del Éufrates, había adivinado los años y los meses que faltaban para el advenimiento del Mesías. Y los vaticinios mesiánicos pudieron recordar a los magos su doctrina sobre “el gran ayudador”, el suashyant, y la Astratereta, “ la verdad encarnada”, que había de venir a asegurar el triunfo final del bien sobre el mal y a devolver al género humano su primitiva felicidad. Así los decían los sutiles calculadores y descifradores de los signos astrológicos y de los horóscopos sagrados. “Por todo el oriente-dice el historiador de los césares (Suetonio) corría el rumor de que un gran rey se iba a levantar en Judea para conquistar el mundo”.
Desde entonces los tres Reyes Magos simbolizan las razas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé, que son, Sem, Jafet, Cam, tal y como el Antiguo Testamento los define. Y arranca la tradición de sentar a los 3 Reyes Magos en animales correspondientes a sus geografías, un caballo, un dromedario, y un elefante.
Según la tradición los ha designado con fantásticos nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar, y están sus restos en la Catedral de Milán.
¿Cómo llegaron ahí?
En el siglo XII se inició la siguiente tradición: Santa Elena después de encontrar la Cruz en la colina Gólgota, se aseguró, de venerar también los despojos mortales de los Reyes Magos, cuales habían permanecido dispersos y los hizo trasladar de Persia a la ciudad que ya llevaba el nombre de su hijo, Constantino el Grande, donde fueron puestos en un gigantesco sarcófago de granito. Permaneciendo ahí hasta el reinado del emperador Manuel en tiempos de la 2 cruzada en el siglo XII. Medio siglo después el Obispo de Milán, San Eustorquio, religioso hombre de origen helénico, visitó Constantinopla, para que el Emperador le aceptara su reciente nombramiento, el Emperador le regaló los cuerpos de los tres reyes, trasladando las reliquias a su sede... Esta leyenda es tan aceptada que a fines del siglo XII, fue tenida por hecho histórico irrefutable. Y es uno de los más legítimos orgullos de los milaneses.
Sí es cierto, que bueno, si no, como leyenda… Es muy bella…Y no la quiten, que los niños gozan mucho con ella.
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