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Los Forcados de Mazatlán, en grande

Domingo 1 de marzo de 2020. Plaza de Toros Nuevo Progreso. En la tercera corrida de toros de la Feria de Aiversario, los Forcados de Mazatlán se llevaron la tarde con todos los méritos. Hubo quienes fueron a la plaza para ver al rejoneador Emiliano Gamero, y salieron molestos y decepcionados. Otros querían ver de nuevo al torero Gerardo Rivera, y constataron que valor no le falta, pero sí arte y refinamiento.

Otros más querían ver a José Mauricio, torero de arte y elegancia, pero los toros no lo permitieron por falta de casta.

Sin embargo, los Forcados de Mazatlán se llevaron la tarde. Ejecutaron las dos pegas a los toros de rejones con maestría, coordinación y valor.

Los forcados hacen una formación en línea, uno detrás de otro, quedando frente al toro el que lleva el nombre de cara. Cuando el toro se arranca al ser citado por el que hace cara, éste toma al toro por los cuernos, abrazándose a la cabeza, y entonces el resto de los forcados asisten a la cita, uno sobre otro, hasta inmovilizar al toro con el peso de sus cuerpos. Si el que hace cara se pega bien al toro, entonces el espectáculo emociona, ya que mientras el toro avanza con fuerza, los forcados van aligerando el recorrido hasta pararlo. Mención aparte se merecen los forcados René Tirado Osuna y Anwar Nahara González, quienes hicieron cara a los dos toros, y el grupo por su valor y profesionalismo. Enhorabuena también al forcado Arturo Castro.

Los toros de la ganadería de La Estancia, para los toreros de a pie, y los de Guanamé, para el rejoneador, fueron descastados, débiles en su mayoría, acusando mansedumbre y, salvo el sexto de la tarde, que tuvo buena estampa, el resto fueron desiguales en presentación. Ya se sabe que cuando no hay toros en el ruedo, lo que se dice toros, es imposible que haya una buena faena.

Emiliano Gamero falló con todos los rejones, incluso el de muerte. Pinchó varias veces y en algunos casos ni siquiera acertaba al toro. Debe destacarse la belleza de su cuadra de caballos, en especial el caballo negro con el que lidió al cuarto de la tarde, pero cuánta pena dio el rejoneador cuando intentó engañar al público, quitando la rienda al caballo para hacer creer que torearía a manos libres, y fue descubierto por varios aficionados que advirtieron que llevaba una soga casi transparente atada al caballo, con la que lo sometía. Una pena que eso ocurra.

José Mauricio quiso, pero no pudo. Sus toros (que fueron tres porque al final recurrió a la insana práctica del toro de regalo, que de una buena vez ya debería estar prohibida) eran toros descastados, sin embestida, flojos de remos, en fin, casi imposibles de lidiar. Sólo a su segundo toro pudo haberle hecho faena, pero se tardó en ponerse en sitio, toreó de lejos y el toro se rajó. El de regalo, luego de haberse dado el torero un encontronazo contra las tablas, sin consecuencias aparentes, después de la vara se echó y no fue posible torearlo.

Gerardo Rivera mostró de nuevo su valor. Cortó la única oreja de la tarde luego de una gran estocada a su primer toro. Pero con el segundo refrendó que es un torero con hambre y valor, al que le falta refinarse. Muy forzado en sus movimientos, a veces da la sensación de que lidia y no que torea. Debe trabajar en ello. La sangre de torero ya la tiene, le falta moldear la figura.

Valientes. Los Forcados de Mazatlán cumplieron a carta cabal con su actuación en la Nuevo Progreso, llevándose las palmas del respetable. EL INFORMADOR/G. Gallo
Decepciona. Emiliano Gamero no emocionó a los asistentes a la plaza. EL INFORMADOR/G. Gallo
Repite. Gerardo Rivera cortó una oreja por segundo domingo consecutivo. EL INFORMADOR/G. Gallo


 

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