Los 1 de Mayo que vienen
Las futuras celebraciones de los Primeros de Mayo en que se conmemora el Día del Trabajo, que tuvieron un gran cambio en México luego de la primera alternancia política del año 2000, podrían transformarse más aún, para bien o para mal, según resulte la Reforma Laboral fast track recién aprobada.
En los tiempos del partido casi único se imponían los rituales y desfiles que organizaban los líderes sindicales de las centrales obreras priistas que dominaban la escena, y que eran más para agradecer y ensalzar la figura de su jefe político, el Presidente de la República en turno, más que para reivindicar y exigir mejores condiciones laborales para sus agremiados.
Era la época dorada de los llamados “líderes charros”, que se eternizaban en las secretarías generales de los sindicatos, en los que nunca había elecciones, o si había eran fraudulentas como en el país. Las cuotas sindicales que cobraban a los obreros eran manejadas en completa opacidad y para sus beneficios personales. Por eso terminaban más millonarios que muchos empresarios que los solaparon para mantener la pax obrera pese a la pauperización, en muchos casos, de los trabajadores. Ya capitalizados, los líderes obreros escalaban posiciones en el PRI y se convertían en gobernadores, alcaldes, diputados, senadores o en altos funcionarios públicos donde repetían vicios y abusos para generar sus propios cotos de poder, y aplastar desde ahí cualquier expresión naciente de sindicalismo independiente.
Todo esto cambiará con la nueva reforma que por fin, aseguran, garantizará una democracia sindical que genere mayor participación de los trabajadores, al acabar con la “toma de nota” y someter a votación los contratos colectivos. Con la creación de un órgano autónomo que registre a los sindicatos y procese los conflictos laborales ante la desaparición de las Juntas de Conciliación y Arbitraje.
Pero hay también quien advierte, sobre todo voces empresariales, que hay ambigüedades y omisiones que abren riesgos para el nacimiento de otro tipo de populismo sindical, y que no hubo tiempo de discutir por la presión de los tiempos y amagos de las autoridades estadounidenses que condicionaban la entrada en vigor del Tratado Comercial México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) a que se hicieran cambios en la política laboral mexicana.
Está por ejemplo el hecho que se abre la afiliación libre de los trabajadores, pero se mantiene la obligación de que se sindicalicen y no se respeta la decisión del trabajador que quiera tener una relación libre con la empresa. Para los empresarios además no queda lo suficientemente claro que sólo se negociará con el sindicato que obtenga la mayoría de votos de los trabajadores del sector o de la empresa, lo que abre el riesgo de que tengan que hacerlo con varios líderes que presionen y que compliquen la relación obrero-patronal y con ello la productividad y la viabilidad de las empresas incluso con el tema de la huelgas. En ese sentido ven también como una amenaza que la “carga probatoria” en un juicio laboral ante la denuncia de un trabajador quede ya solo como responsabilidad del empresario.
Se trata, pues, de una Reforma Laboral fast track a prueba, que mediremos de entrada el próximo 1 de Mayo.
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