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Lomelí y la guillotina de la 4T

El caso de Carlos Lomelí Bolaños es todo un indicador de cómo se procederá en la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que apenas está en su séptimo mes: sin que se reconozca abiertamente el proceder incorrecto de los funcionarios, serán orillados a dejar el Gobierno por la vía de la renuncia.

Una coincidencia que no debe olvidarse, aunque parezca totalmente incidental, es que en la misma semana el Gobierno de la Cuarta Transformación perdió a su secretario de Hacienda (Carlos Urzúa Macías) y a su primer delegado en los estados (Lomelí).

Nótese que los dos presentaron su renuncia.

El primero dejó el importante cargo señalando errores graves en el proceder del Gobierno: decisiones sin conocimiento e imposiciones de influyentes.

El segundo, Carlos Lomelí, renunció -dijo- para dejar libre el camino a las investigaciones y evitar así el golpeteo contra el Gobierno federal. Apenas este lunes, la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval se encargó de aplicar un “fast track” a cualquier proceso reglamentario: primero, sorprendió al informar que no era una, sino siete investigaciones. Luego, contra la corrección legal, indicó casi con alegría que es posible “presumir” irregularidades.

Como si hiciera falta un juicio suyo, la secretaria Sandoval indicó que un personaje con conflictos de interés no puede trabajar en el Gobierno federal.

¡Zas! Y Carlos Lomelí no tiene la más mínima opción de defenderse. El único camino que le queda está en el espacio que le den los medios de comunicación, los mismos que han sido tan criticados por el Gobierno de la República.

¿Cuántos casos como el de Lomelí quedan por destaparse? ¿Cuántos funcionarios están bajo presión dentro del Gobierno federal y ya consideran seriamente renunciar?

El Presidente López Obrador subrayó un día después de la salida de Urzúa Macías que “no importan los hombres y las mujeres en el Gobierno”, sino la transformación que se inició con su llegada a la presidencia. Ese día quedó instalada la guillotina de la 4T.

Injusto o no, el caso de Lomelí ya estaba marcado de antemano. Sencillamente no era posible, desde el primer día de Gobierno, que un personaje como él se mantuviera al margen de su actividad empresarial y al mismo tiempo se confrontara abiertamente con el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, a la vez que era responsable de aplicar los programas sociales en Jalisco. Como decían los antiguos: el hilo se revienta siempre por la parte más delgada, y el Lomelí era la parte débil.

Ahora viene otro asunto interesante: ¿Quién llega en su lugar?

El Partido Movimiento de Regeneración Nacional está desarticulado en Jalisco. No bien empiezan a tomar algunas decisiones en asambleas, como el último fin de semana (13 y 14 de julio) y se presentan las disputas y las denuncias.

Lomelí Bolaños, siendo el liderazgo más visible, no aportaba unidad.

Quien lo suceda como delegado del Gobierno federal tendrá, además de la oportunidad de ser uno de los candidatos fuertes para las elecciones intermedias del año 2021 (las alcaldías de Guadalajara y Zapopan son las joyas más preciadas), la obligación de “armar” a Morena, convertirlo en una estructura electoral sólida.

¿Suena el nombre de Alberto Uribe Camacho? Definitivamente.

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