Lo que Usted diga, Señor Presidente
La discusión que tuvo lugar en la Cámara de Diputados en los últimos días para la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación del año 2022, deja pruebas claras de que se ha consolidado una tendencia que inició a la par de la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, y que además, no hay posibilidad de cambio para mejoría en los próximos tres años.
¿Qué tendencia se ha reafirmado? La Cámara de Diputados perdió sentido como uno de los poderes del Estado. Evidentemente, no hace equilibrio ni contrapeso al poder presidencial (Poder Ejecutivo) y la mayoría que simpatiza con el mandatario, convierte al Poder Legislativo en una oficina de trámites para las órdenes que llegan desde Palacio Nacional.
La verdad, no es que los mexicanos tengamos altas expectativas sobre el quehacer de los 500 diputados, pero la recién estrenada LXV Legislatura está rompiendo todas las marcas negativas en apenas unos días. La discusión argumentada no existe; prácticamente están en una competencia creativa para ofenderse y desacreditarse. Son infantiles las ocurrencias que surgen en cada sesión del pleno, y aunque a nadie asusta el uso del lenguaje coloquial, ya se perdió todo sentido de decoro y solemnidad.
En la discusión de los últimos días, la Cámara de Diputados renunció a una de las facultades más importantes que le concede la Constitución: la revisión y discusión del presupuesto que propone el presidente. Los diputados deben conocer, si no todo el contenido del proyecto, al menos sí las partes más importantes para tomar decisiones y acuerdos que equilibren los intereses de su partido y la agenda de los ciudadanos que representan. No lo hicieron.
Otro rasgo que se consolida como práctica es la revancha. La fracción mayoritaria (273 votos de Morena, el PT y el Partido Verde), se negó a escuchar cualquier argumento diferente. Es imposible que ninguna propuesta de los diputados de partidos de oposición haya resultado de interés mínimo para, al menos, analizarla y negociarla.
La mayoría legislativa que entregó el presupuesto 2022 como un regalo de cumpleaños al presidente, pudo haberse negado, por ejemplo, a revisar cualquiera de los proyectos presidenciales (la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía), pero ¿no cabe ninguna reasignación en los presupuestos de salud o educación? Es poco creíble.
Y para rematar, al rechazar la posibilidad del ejercicio parlamentario con la mera herramienta de la mayoría, se entrega en el poder presidencial la capacidad discrecional de asignar recursos económicos a aquellos gobiernos (estatales y municipales) que sean obedientes o leales.
Eso es exactamente lo contrario de lo que se pretende con el diseño constitucional del Poder Legislativo.
Que quede claro: el objetivo de detener los excesos y los presupuestos extralimitados que se han ejercido durante años, puede obtenerse a través de un proceso de acuerdos y reformas que corrijan los errores del pasado, pero no deben ser venganzas que pretenden justificarse con el supuesto de ayudar a los pobres y a las clases medias.
Lo que se está imponiendo en la Cámara de Diputados no es un nuevo modelo de acuerdos o una transformación del quehacer legislativo, es simplemente otra modalidad del clásico “lo que Usted diga Señor Presidente”.
jonasn80@gmail.com / @JonasJAL