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Línea 4, una apuesta del movimiento inmobiliario

¿Y si la Línea 4 a Tlajomulco, en vez de una obra sólo de movilidad, envuelve además un jugoso proyecto inmobiliario?

Es fácil demostrarlo.

En el trazo de 21.1 kilómetros entre Las Juntas y el centro de Tlajomulco hay 931 hectáreas disponibles para urbanizar si consideramos un área de influencia de 500 metros a cada lado —la distancia estándar para realizar un traslado a pie de una vivienda a un medio de transporte—.

Aquí se pone más interesante.

Si aumentamos esa área de influencia de 500 metros a dos kilómetros, una distancia mayor pero realizable en medios alternativos como bicicleta o mototaxi, entonces la superficie urbanizable a lo largo del trazo se cuadruplica: aumenta a tres mil 905 hectáreas. Sólo para dimensionar, esta extensión equivale a la quinta parte de la superficie de todo Guadalajara.

Este análisis territorial realizado por especialistas ofrece otros datos interesantes. En el trazo a 500 metros entre la estación La Fortuna y el Centro Universitario de Tlajomulco, el 84 por ciento de la superficie es urbanizable. Se trata del tramo más lucrativo.

Sería muy inocente pensar que los impulsores de la Línea 4 ignoraban este potencial inmobiliario. De hecho, David Zamora, titular de Infraestructura y Obra Pública de Jalisco, ha destacado que la construcción de la Línea 4 y el Peribús impulsarán al sector inmobiliario.

¿Creen que esta información no la tuvieron con anterioridad los inversionistas? El trazo conectará Guadalajara, Tlaquepaque y Tlajomulco, 24 colonias, 18 centros educativos y dos centros de salud.

Sin duda, la Línea 4 tendrá un beneficio social, ¿pero a qué costo?

La plusvalía de la tierra aumentará. Sin un plan y regulaciones del municipio, el mercado decidirá el tipo de vivienda que seguramente se encarecerá y edificarán nuevos fraccionamientos o desarrollos verticales a costos inaccesibles para los sectores más vulnerables, lo que agravará el déficit de vivienda popular. Esto naturalmente ejercerá más presión para brindar servicios básicos como el agua, un recurso sobreexplotado.

El crecimiento acelerado de la población al de Sur —Tlajomulco suma 35 mil habitantes al año en promedio según el INEGI— abre otro escenario: el imparable aumento de autos combinado con el transporte de carga que llega de Manzanillo y una Línea 4 a nivel, un potencial cóctel para ahondar nuestra crisis en materia de movilidad. Todos los problemas de movilidad que enfrentamos en zonas como Avenida López Mateos Sur y Carretera a Nogales obedecen en el fondo a una expansión desordenada de la mancha urbana.

Solemos referirnos a Tlajomulco equivocadamente en pretérito (“creció desordenadamente”, “hubo un boom de desarrollos”, “dieron permisos sin ton ni son”), pero el crecimiento arbitrario y el boom no se han detenido en la última década.

Tlajomulco como proyecto inmobiliario, en la última década, ha sido un negocio muy rentable. Y la Línea 4, sin un plan de desarrollo y crecimiento regulado en torno a su trazo, coronará ese negocio especulativo con la tierra a costa de una catástrofe en materia de servicios básicos, crisis de movilidad y vivienda inaccesible.

Hasta hoy nadie ha discutido ni revisado quiénes son los dueños de los terrenos en el trazo de la Línea 4, tampoco sabemos si hay propietarios recientes como políticos o empresarios ligados al régimen actual.

Un paréntesis y un ejemplo: el negocio con el aeropuerto de Texcoco consistía en realidad en el proyecto inmobiliario y la urbanización de la tierra alrededor; investigaciones periodísticas revelaron que empresarios y políticos habían adquirido terrenos con anticipación gracias a información privilegiada.

La Línea 4 avanza “en tiempo y forma”, anunció el fin de semana Enrique Alfaro tras una visita relámpago a Jalisco de Andrés Manuel López Obrador. En tanto, el movimiento inmobiliario se frota las manos.  

jonathan.lomelí@informador.com.mx

Jonathan Lomelí

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