Ideas

Lemus ungido: primero MC y después Morena

Meses de rumores, desprecios en voz baja y desconfianza pública, antecedieron lo que finalmente, este lunes 30 de octubre coronó un proceso alargado: Pablo Lemus Navarro será candidato a gobernador del Estado de Jalisco por el Partido Movimiento Ciudadano. Su acto de registro se efectuó en Ciudad de México, acompañado por diferentes liderazgos naranjas. Y como es conocido en el mundo de la política, dan mensajes los que asisten y también los ausentes.

Pablo Lemus estuvo acompañado por dos presidentes municipales en funciones: el de Tlajomulco, Salvador Zamora, y Citlalli Amaya, de Tlaquepaque. Asistieron al acto también la senadora Verónica Delgadillo y la diputada federal que siempre ha manifestado su deseo de llegar a la presidencia de Zapopan, Mirza Flores. Acompañarlo es una declaración de voluntad.

No estuvieron el gobernador del Estado, Enrique Alfaro Ramírez; el senador Clemente Castañeda y el secretario de Asistencia Social jalisciense, Alberto Esquer, pero sí fueron recordados.

En el contexto de una contienda interna, en Movimiento Ciudadano es tiempo de olvidar lo que fue ofensa y dejar en el anecdotario las afrentas. Las hubo. Entre el casi candidato a la gubernatura y entre quienes desde ahora deberán apoyarlo.

Pablo Lemus fue contundente en dos principios discursivos:

1. Manifestó su reconocimiento al “Jefe” Dante Delgado. Se supo siempre que el dirigente nacional y -dicen- dueño del partido, apoyó siempre al presidente municipal de Zapopan y Guadalajara por una razón contundente: fue el favorito en las encuestas conocidas y secretas, en las preferencias electorales.

2. Externó su reconocimiento y relación con el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, de quien se dijo continuador del proyecto político que se instaló en Jalisco después de tres sexenios de gobiernos panistas y una breve alternancia priísta del desaparecido Aristóteles Sandoval.

No son pocos los militantes de MC y funcionarios de base (municipales y estatales) que confesaban su admiración por Alfaro Ramírez y su desconfianza abierta hacia Pablo Lemus.

Que el próximo candidato naranja haga público su interés de ser una segunda parte de lo que se ha conocido como el “proyecto político alfarista”, no hará que en el fondo, cambien de ideas quienes desconfiaron. Pero sí moverá conciencias el interés humano de permanecer, decidir y ganar en la actividad política y pública.

Es una vereda muy pisada, pero es la única: Quienes forman parte de las administraciones municipales y del gobierno estatal; quienes aspiran a un cargo de elección en un espacio municipal o en una diputación; quienes contemplan la posibilidad de permanecer en un cargo, saben que hay un nuevo jefe político. Lo aceptan o se van. Pragmatismo puro.

Mucho se critica y así ha sido siempre en nuestra inmadura democracia, el interés económico de quienes participan en política, en los cargos más altos o en la organización barrial más humilde. Es normal. Más extraño resulta el modelo desinteresado que se espera como una actividad altruista.

A partir del domingo próximo (5 de noviembre), Pablo Lemus se revestirá de la carga simbólica que implica ser el candidato “de unidad”. El proyecto político de Movimiento Ciudadano o del alfarismo, tendrá que avenirse a su persona y dejar que se diluyan de inmediato los desacuerdos y enfrentamientos. Es eso u olvidar que el adversario político es el desgaste de las administraciones que han transcurrido y la inconformidad social por motivos diversos, como la violencia e inseguridad.

En cierto sentido, Jalisco es un espejo del proceso electoral nacional. Ya no estará Enrique Alfaro en la competencia por los votos y se pierde con él ese evidente carisma que lo llevó a la gubernatura. Lemus Navarro tendrá el reto de la “operación cicatriz” y convencer a las filas del partido que lo postula, para luego concretar un discurso, una narrativa y un proyecto sexenal que sea preferido a lo que enfrente ha sido una potente maquinaria electoral, la de Morena.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando