Ideas

Lemus marca distancia de Alfaro

Sin aspavientos, de manera sutil, el nuevo gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, ha marcado una distancia enorme con respecto a su predecesor. 

Pese a que hereda a una gran cantidad de perfiles de Enrique Alfaro (algunos de ellos impresentables), el ex comunicador y ex presidente de Coparmex en la Entidad impone una rúbrica de paz: él garantiza que no peleará con la Federación, con la Universidad de Guadalajara, con otros partidos políticos o con su desayuno si éste llega frío a la mesa.

“Seré un gobernador serio, cercano, alegre… muy alegre”, dice. “Tendré un Gobierno unido… no de una persona”. Adiós al discurso grandilocuente y megalómano de refundar la Entidad y terminar con un “se hizo lo que se pudo”; su prueba inicia con el eslogan de funcionar y resolver “al Estilo Jalisco”. 

Después de jurar que cumplirá y hará cumplir la ley, en su primer discurso como titular del Poder Ejecutivo, Pablo Lemus dejó en claro que “el país ya no soporta que gobierne la discordia”. Y esa fue precisamente la marca que caracterizó a quien lo antecedió, y quien, por cierto, lo escuchaba con atención a un par de metros en el Congreso de Jalisco.

A través del secretario del Trabajo, Marath Baruch Bolaños, Lemus le envió un mensaje conciliatorio a la Presidenta Claudia Sheinbaum: yo no soy Alfaro y usted no es López Obrador. Desde hoy, Jalisco tiende puentes y no levanta barricadas. Retomemos el diálogo. Seamos cercanos y ayudemos a la gente sin importar por quién votó.

Luego, de manera astuta, dirigió ese guiño a las y los alcaldes de los 125 municipios de Jalisco: no importa qué partido representen, acá no les condicionamos apoyo. ¿A poco antes sí lo hacían?

Consciente de cada obligación que en Jalisco la autoridad ha ignorado, y que dividió a Gobierno y sociedad, Lemus decidió llamar a las cosas por su nombre y reconocer el principal problema que atraviesa el Estado: sí se vive una crisis de desaparición y violencia, y a ésta se responderá como se debe.

Luego están la muy mala calidad del agua que llega a los hogares, las oportunidades de desarrollo para evitar que cada vez más jóvenes se sumen a las filas del crimen organizado y hasta la cercanía con los medios de comunicación, que más que un mensaje para las y los reporteros, lo es para quienes dirigen esas empresas.

Por supuesto, la primera comunicación dirigida al público debe ser así. Tras una elección que generó más dudas que certezas, un discurso que evoque a la unión es obligado. Y ayer, Pablo Lemus lo hizo así.

No hizo muecas al desdén de Presidencia, que envió como representante al secretario de Trabajo y no a la secretaria de Gobernación, y abrió la mano para estrecharla con la administración de Sheinbaum.

En esta lógica de imponer “el Estilo Jalisco”, Lemus advierte que el periodo 2024-2030 será más que un cambio de administración. No más golpes de furia desde el poder; sí más capacidad de hacer política y tender puentes mediante el diálogo, sin importar a quién o a quiénes tengas enfrente (o en tu equipo).

Luego está ese mensaje confuso de no ser de izquierda ni derecha, sino de resultados, eficiente, humilde y cercano a la gente para “convertirse en la envidia de otras Entidades”. A encender alertas, pues algo así se mencionó en 2018 y al final nos conformamos con estar por debajo de la media nacional. 

En suma, la apuesta del sexenio que inicia es grande. Y es necesario que, de manera sutil, o no, el único góber en el mundo que hace su tradicional parado de manos se sacuda la marca de Alfaro. Por supuesto que, con dos de cada tres puestos heredados de la anterior administración, demostrarlo va a ser complicado, pero la política es un arte donde debes aprender a comer en banquetes y en banquetas.  

Con esta discreta escisión, Lemus gana en el arranque. Pero, justo eso, sólo es el arranque y él mismo lo dejó en claro desde ayer: será gobernador seis años y después será simplemente Pablo Lemus. Su única aspiración a la distancia es que lo recuerden con cariño. Y ahí estaremos los medios para verificar si lo logró o su Estilo Jalisco se quedó con cascajos de refundación.

isaac.deloza@informador.com.mx

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