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Las resistencias a PISA

Aunque el Gobierno estatal, pero sobre todo el federal minimizaron los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA), el panorama de los niveles de educación en México y en Jalisco son altamente preocupantes.

La prueba de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para evaluar la calidad educativa de los países y aportar indicadores para diseñar y ajustar políticas públicas en la materia, volvió a colocar, la semana pasada, en los últimos lugares a los niños y jóvenes mexicanos en su desempeño escolar. 

Mientras las autoridades en Jalisco argumentaron que sus autoevaluaciones del modelo Recrea arrojan resultados más positivos, el Presidente Andrés Manuel López Obrador de plano calificó al examen PISA de ser un instrumento “neoliberal” y rechazó sin fundamento las calificaciones.

La postura que asumió el Presidente, que fue similar a la de la Secretaría de Educación Pública (SEP), no sorprende si recordamos cómo en el 2021, con el pretexto de la pandemia, estuvieron a punto de cancelar la aplicación de esta prueba que desde el año 2000 tiene el objetivo de comparar y revisar cada tres años los avances y la calidad educativa en 87 países América Latina, Asia y Europa en estudiantes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias.

Esta que es la prueba más importante que existe para tomar decisiones en políticas educativas es prácticamente la única herramienta independiente que queda en México para transparentar rezagos y avances, luego de que el Gobierno de la autollamada cuarta transformación derogó la reforma educativa aprobada en 2013 en el sexenio pasado que era la demanda central de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el sector más radical del magisterio en México que fue aliado político en la campaña presidencial de AMLO.

Uno de los puntos centrales era la desaparición del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), por el que se luchó por décadas y que era sumamente incómodo para las huestes de la CNTE que rechazan cualquier tipo de supervisión. Los diputados de oposición tenían al menos 17 propuestas de modificación, pero la bancada de Morena impuso la aplanadora y rechazó cualquier cambio al dictamen.

Así sólo quedó la prueba PISA, ya que en 2019 el Presidente anunció que México saldría del programa de la prueba ERCE de la Unesco que evalúa a alumnos de tercero y sexto de primaria, y la evaluación Planea que hace la propia Secretaría de Educación.

Por eso, pese a las resistencias para aceptar los resultados nada positivos, la prueba PISA vuelve a confirmar que al igual que en el tema de la seguridad, y de la salud, en materia de educación el Gobierno de la autollamada cuarta transformación dejó mucho que desear y debe ser una prioridad para la próxima administración.

jbarrera4r@gmail.com

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