Las “nuevas generaciones”
Sin palabras. Así me quedé luego de que vi -y todos vimos- el video en el que Samuel García y Mariana Rodríguez “destapan” -la palabra no me gusta pero se usa mucho en estos casos- a Jorge Álvarez Máynez como precandidato por Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República.
En una mesa cualquiera, desde cualquier lugar, intentaron “refrescar” los protocolos de la “vieja política” -dejando de lado a la dirigencia nacional del partido, nada menos-, y aunque todos sabemos que nada en esa escena fue al azar se publicó el video como una irreverencia propia de las “nuevas generaciones” a la que los protagonistas pertenecen.
El cuadro me resultó lamentable: cervezas y botana sobre la mesa -a esa mesa debieron llevar la problemática del país al que pretenden representar y no cervezas-, y lo peor de todo fue el discurso hueco enfocado sólo a los electores jóvenes como si no hubiera ciudadanos en otro rango de edad. No me asusta que alguien brinde, todos lo hacemos, pero no es la imagen que mejor representa a quien pretende dirigirnos -dicho sea de paso los precandidatos en esa mesa se acercan a los cuarenta-; muy respetables por cierto, pero jóvenes, lo que se dice jovencitos, no son.
Y claro, la esposa del gobernador de Nuevo León no podía faltar con el acento “fosfo” que tan popular la hizo años atrás; la mujer a quien todos brindamos apoyo luego de los desatinos de Vicente Fox estaba ahí, desacreditando a todos esos mexicanos que se metieron “con la generación equivocada”. Mariana Rodríguez, con el chaleco muy bien puesto y la cerveza en la mano apoyaba que se le llamara banales a todos esos hombres y mujeres dedicadas a la política por décadas, esos mismos hombres y mujeres que le brindaron su apoyo hace apenas un mes. Lamentable por los cuatro costados.
Ese concepto tantas veces repetido en tan breves minutos me dio vueltas todo el día: “nuevas generaciones”. Me considero -con mis años muy bien puestos- de una nueva generación, de una que se adaptó a los cambios y vive en ellos de forma orgánica, que usa las redes y no permite que éstas la usen. Quienes estamos expuestos en las plataformas siempre podemos ser susceptibles al “like” y al “hate”, pero no nos definen. Nadie con el gafete de “influencer” puede considerarse con más valor que otro. Puede que con ello “moneticen” mejor sus marcas personales, pero de eso a tener un criterio digno de trascender estamos hablando de palabras mayores.
Lo que todos vimos en el video “del destape” posiblemente se trate de un triple caso de memoria selectiva. Por el bien de Movimiento Ciudadano, ojalá sea un síntoma pasajero porque no imagino la respuesta del electorado -y de sus propios militantes- si antes siquiera de iniciar una campaña ya tienen claro que pueden desacreditar a quien sea que no piense como ellos bajo el concepto de “nueva política”. ¿Esas son las figuras que lo representan ahora? Un insulto, en pocas palabras.
Lo único que leo es que en el momento en que los políticos con experiencia decidieron declinar como precandidatos, algunos entraron en pánico y abrazaron el discurso “millennial” que funcionó en Nuevo León. Pero parece que Dante Delgado no tiene claro que México no es sólo Nuevo León y que prestarse a estrategias vacías sólo le resta crédito como el líder que debería ser.
¿A dónde vamos a parar?, diría Marco Antonio Solís... Yo espero que todo este teatro sirva para que nos demos cuenta que no podemos comprar discursos sin fundamento y que el descrédito no es un arma política, es la cobardía que se esconde detrás de la falta de propuestas. Y para aquellos cuya bandera de campaña es la arrogancia de pertenecer a una “nueva generación” es mejor que tengan claro que la juventud puede ser una enfermedad que se quita con el tiempo.