Las locuras del emperador Argüelles
“Yo aquí trabajo nomás”. Así fue como el ex síndico, ex diputado y ex secretario del Congreso de Jalisco, Alfredo Argüelles Basave, se negó a sí mismo cuando, en febrero de 2015, un notificador del Congreso del Estado tocó a su puerta para entregarle el oficio que le ordenaba comparecer ante una Comisión Especial que investigaba los casos de las empresas López Castro, Ola Outsourcing y SAE.
En aquel entonces, el Legislativo pretendía esclarecer (es un decir) un desfalco que se hizo entre 2009 y 2011 para que el despacho López Castro realizara asesorías en el Congreso que le permitirían recuperar 90 millones de pesos por impuestos. La firma nunca hizo algo y aun así se llevó su tajada de 575 mil.
¿Por qué buscaban a Argüelles? Porque el desfalco ocurrió durante su guardia en el Congreso. Él era el secretario general y eso, aunque usted no lo crea, no es sólo pose: el cargo sí implica responsabilidad.
En las mismas fechas en las que el emperador Argüelles se negó a sí mismo, el entonces fiscal general de Jalisco, Luis Carlos Nájera, afirmó que se había girado una orden de aprehensión en su contra. Incluso, sostuvo que estaba boletinado en la Plataforma México: una estructura digital que, entonces, reunía las bases de datos de presuntos delincuentes.
Pero ya pasaron los años y, con ello, la memoria se borró. Don emperador acudió al trámite de un poderosísimo amparo y la orden de aprehensión por fraude se diluyó. Hoy la vida le sonríe, pues es parte del selecto club dorado del Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) que reciben más de 100 mil pesos mensuales sólo por existir.
El emperador no cometió falta alguna. Mes con mes, durante los últimos 11 años, le metió 32 mil pesos al cochinito del Ipejal, y sin pasar hambre. Cuatro millones 300 mil de aportaciones, específicamente. Y durante ese tiempo, los otros pensionados aprovecharon esos recursos para recibir los suyos. Por ello, no hay crimen ni razones para que lo busquen y de nuevo se niegue a ser él.
Sin estar en la esfera pública, y con fondos que sólo él sabe de dónde sacó, Argüelles logró reunir una cantidad que le permitiera aumentar el monto de su pensión desde 2012. Hoy lo logró. Su sonrisa es tan grande como la de cierto archivillano de Batman.
Aunque todavía está en una edad productiva, las locuras del emperador Argüelles lo han llevado a una lista VIP de pensionados selectos en la que figuran el ex auditor Alonso Godoy Pelayo, el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña y el famosísimo José María “Chema” Martínez, quien suspira e invierte para ser candidato de Morena por la alcaldía de Guadalajara.
Legalmente, todos ellos pueden colgar el traje y la corbata y sentarse en una playita a disfrutar de la brisa y ver un atardecer sin cables de luz hasta que la vida termine. A la distancia, quizás, habrá más pensionados que les asegurarán su megacheque.
Qué importa que el promedio de jubilaciones para los afiliados al Ipejal sea de 15 mil pesos. A quién preocupa que la mayoría de los ex funcionarios que se llevan la tajada más grande en el pastel hubieran sido de empleados de confianza y no de base. ¿Para qué nos preocupamos ahorita si hay reservas garantizadas al menos hasta 2029?
¿Ilegal? No. ¿Inmoral? Totalmente. El sistema pensionario está diseñado para que la clase dorada la baile y la goce. Qué importa si el mayor cargo en la función pública que se pueda presumir sea el de un diputado de medio pelo cuya experiencia curricular completa ni siquiera es pública.
Ahora, que las deficiencias en la estructura del sistema de pensiones (como tasas de contribución inadecuadas, reglas poco realistas o el riesgo de una nueva crisis económica) las afronte el que sigue, porque desde que inició la pega de calcas en los cruceros, este sexenio oficialmente se terminó.
Como la tantita madre de los pensionados dorados.
isaac.deloza@informador.com.mx