Las lluvias en la ciudad
Como cada año, Guadalajara transita por estos días por el inicio de la temporada de lluvias. El gran valle de Atemajac, con el Río de San Juan de Dios como parteaguas principal, consta de una serie de subcuencas que a lo largo de la historia han sufrido alteraciones, rellenos y taponamientos de toda índole.
Evidentemente fue largo el camino para que la ciudad se hiciera consciente de la suma importancia de los temas hidrológicos, fundamentales para un buen desarrollo citadino. Con el explosivo crecimiento de la mancha urbana los problemas a este respecto se multiplicaron hasta llegar hoy a peligrosos extremos.
Los puntos de anegamiento, numerosos y reiterados, conllevan toda una serie de obras para que las muy diversas problemáticas puedan ser solucionadas. Y aunque en algo se ha avanzado, son muchas las situaciones pendientes de atender.
Es necesario evitar los asentamientos en zonas de riesgo y así procurar la seguridad de quienes allí quieran ubicarse.
Mucho depende de la voluntad específica de los ciudadanos y de las pequeñas acciones que, sumadas, reducirían riesgos y trastornos. La primera de ellas sería evitar a toda costa obstruir cauces naturales con escombro o basuras de todo tipo. Es preciso avanzar en esta conciencia y hacer que las nuevas generaciones, desde la temprana edad, conozcan los aspectos hidrológicos elementales y las problemáticas en las que puede incidir una buena o una equivocada práctica urbana. Un simple envoltorio plástico, multiplicado por millones, constituye una contribución muy importante a las inundaciones al obstruir el efectivo funcionamiento de las redes pluviales.
El problema de fondo estriba, en muy significativa proporción, en el desordenado crecimiento urbano que se ha suscitado durante décadas. Las autoridades, rebasadas por la explosión de nuevos asentamientos, no han sido todavía capaces de llevar adelante un plan hidrológico integral que logre resolver las problemáticas en este campo.
Al final, mucho depende también del aumento desmesurado de pavimentación impermeable, lo que hace que las copiosas corrientes pluviales corran desordenadamente aguas abajo con las negativas consecuencias de todos conocidas. Sería interesante establecer un programa efectivo de pavimentación con buenos y durables empedrados con lo que el suelo podría multiplicar su función como zona de absorción pluvial.
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