Las escuelas en crisis
Una consecuencia importante de la pandemia es la sobrevivencia de las escuelas. Muchos no acaban por asimilar que la convivencia, en un aula de clases, tardará en ser como antes, y hasta existe la posibilidad de que ya nunca vuelva a ser igual.
La razón de existir de una escuela era la infraestructura necesaria para que se estableciera una relación directa entre el maestro y los alumnos, dentro de un marco administrativo y reglamentario que lo propiciara. Pero las actuales circunstancias han desplazado esa opción, y la relación maestro/alumno se ha tenido que trasladar al mundo virtual “online” de lo que se desprende un par de reflexiones ineludibles.
¿Entonces para qué el plantel y toda la infraestructura administrativa, si finalmente el centro carismático de la educación es el maestro en la relación con los alumnos? Desde luego que una cierta coordinación y organización del programa académico es indispensable, pero que a la larga los mismos maestros las pueden realizar.
Es comprensible que muchos padres de familia, ahora se pregunten ¿y qué estoy pagando? El que mis hijos, de cualquier edad, se la pasen muchas horas frente a la pantalla haciendo trabajos y escuchando clases virtuales, de plano no lo justifica. De aquí que hay muchos que han decidido no continuar y abandonar éste modelo tan mal adaptado a la nueva realidad.
Incluso hay instrucciones de parte de algunos directores y dueños de escuelas, que les señalan a sus maestros que ahora hay que entender que la prioridad es entretener a los alumnos, hacer clases muy atractivas y sobre todo establecer un lazo afectivo emocional con los alumnos, para que no se aburran y dejen las clases y se caiga la matrícula.
Lo que sin duda ha complicado el propósito educativo, que era enseñar las ciencias, dentro de un programa específico y no la de ser encargados de cuidar y entretener a las creaturas, cual guardería.
La formación de la inteligencia humana, el cultivo de las ciencias y de las artes, así como la enseñanza de los buenos hábitos y la disciplina, no es cuestión emocional, solamente, y mucho menos su propósito es entretener.
Otro problema colateral es que las mismas escuelas, y especialmente los maestros, ni tienen la infraestructura ni el conocimiento para dar clases en línea. No es un asunto fácil, y requiere mucha más tecnología, manejo de programas audiovisuales, y una nueva pedagogía, que al parecer aún no ha surgido. Aunque ya se empieza a cocinar. Las necesidades han hecho que el ingenio y la creatividad caminen a marchas forzadas. Pero mientras tanto, los maestros no son magos para en unos cuantos meses sean capaces de captar la atención de los alumnos y sobre todo que aprendan y se logren motivar para seguir con entusiasmo sus estudios.
Estamos reconociendo que mucha de la motivación para ir a una escuela, es la socialization, el encuentro emocional afectivo con los demás. Amén de las actividades recreativas, deportivas y culturales, que siempre han sido un gran complemento.
La escuela como un negocio está en crisis. Habrá que rediseñar e inventar una nueva manera de educar. Especialmente los padres de familia ya no saben qué hacer con sus hijos en casa, ni las escuelas sin sus alumnos.