Las cosas como son
¿Te gustaría enterarte de que te han estado dando por tu lado? Es decir, que te han dado atole con el dedo y que en realidad no te han dicho la verdad. Pues fíjate que sucede más de lo que imaginas, a mucha gente le suele incomodar saber la verdad y prefieren que les digan verdades a medias o mentiras disfrazadas de creíbles. Aunque conscientemente siempre afirman que no soportan la mentira, en muchos casos la admiten, porque es menos doloroso estar viviendo con un cierto engaño.
Confrontarte con la verdad es realmente incómodo, por eso se acuñó la atinada frase de “la verdad no peca; pero incomoda”. ¿A qué mujer le gustaría que le dijeran la verdad de que se ve muy gorda con ese atuendo, o que su maquillaje no le queda o su reciente corte de cabello la hace ver más vieja?
Dicen que los niños sí dicen la verdad de estos temas y con mucha facilidad lanzan un comentario de ese estilo.
Claro que queremos saber la verdad cuando nuestra pareja nos engaña, o si han subido los precios y nos cobran de más; pero que nos digan la verdad de lo que nos pasa o somos, preferimos tapar el sol con un dedo.
El drama tiene que ver con una tendencia mental a no querer admitir las cosas como son, a querer seguir viviendo con la fantasía o la creencia que nos hemos construido y no estamos dispuestos a cuestionarla.
El gran filósofo Platón solía decir que él era más amigo de la verdad que de ninguna otra persona.
Hace poco me contaron que una mujer fue a consulta con un buen psicólogo, para tratar el tema de una crisis conyugal. Después de relatar lo que le sucedía, el profesional le cuestionó: “¿amas a tu esposo?” Ella comenzó a respirar con ansiedad y entre sollozos respondió que ya no lo quería como antes. El terapeuta le volvió a preguntar “amas a tu esposo” y finalmente tuvo que admitir que ya no. Entonces, ¿para qué tanto drama de acusarlo de todo lo que hace o deja de hacer, y así culparlo de la crisis en la que han caído? La realidad es que ella ya no lo ama. Al final de la sesión confiesa que se va más confundida de cómo entró, y claro que va a seguir confundida hasta que cambie su percepción de la situación que vive y deje de echarle la culpa a su marido. La verdad es que ya no lo quiere y no se anima a dar el paso de la separación.
Un ejemplo muy claro de que lo mejor que te puede pasar es que aceptes las cosas como son, aunque duela.