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Las complicadas candidaturas de Morena

Lo que está sucediendo con la coalición de Morena y los cuatro partidos políticos que son sus aliados en la elección de este año en Jalisco, es una crónica perfecta de lo que no debe hacerse. Han complicado tremendamente la elección de sus candidaturas con un conjunto de reglas que caen en el absurdo y desgastan a los integrantes del mismo partido.

Desde hace meses se sabe que la “marca” de Morena consiguió posicionarse favorablemente en las preferencias generales de un alto porcentaje de los ciudadanos en el Estado. Hubo una combinación de factores que lo propiciaron: el amplio dominio de la agenda pública que ha ejercido el presidente Andrés Manuel López Obrador; el desgaste natural del partido en el poder, es decir Movimiento Ciudadano en el caso de Jalisco; el gran descrédito que sufren los partidos de oposición a Morena (PAN, PRI y PRD) y naturalmente, la entrega periódica de recursos económicos de los programas sociales.

Toda esa ventaja no ha sido aprovechada. Incluso, pareciera que quieren desecharla.

Es verdad que hay casos diferentes, en los que intervienen las autoridades judiciales o electorales, como lo es la candidatura de Pedro Kumamoto a la presidencia de Zapopan, que se complicó por una determinación del Tribunal Electoral del Estado que obligó a revisar las condiciones de la coalición y estableció que en Zapopan deben tener candidata y no candidato. El tema ya quedó corregido al eliminar formalmente la coalición en varios municipios. Kumamoto será candidato a alcalde.

Pero fuera de casos así, que son excepciones, el partido Morena ha procedido de manera errática, centralizada, confusa y conflictiva.

Las reglas para aspirar a ser candidato (o candidata) a cualquier cargo de elección, pasan primero por tener el respaldo de un grupo sustantivo de quienes son consejeros del partido. Parecería un requisito elemental, porque si no tienes el apoyo de los propios, mucho menos puedes presumir que conseguirás el voto de quienes no te conocen.

Sin embargo, y en Jalisco quedó probado con casos como el de Clara Cárdenas y el doctor Carlos Lomelí Bolaños, no importó contar con apoyo mayoritario de consejeros. Es más, ese apoyo sólo les garantizó ser considerados para incluirse en las encuestas que elaboran para justificar la decisión de quién será candidato o candidata. De facto, la primera gran meta que debe cumplirse es conseguir que un grupo de notables, que toman acuerdos en la Ciudad de México, decidan que una persona sí puede ser considerada para las encuestas que, se presume, se hacen a ciudadanos en general sin que sean necesariamente simpatizantes de Morena.

En los casos antes apuntados, a Clara Cárdenas y al Dr. Lomelí no les bastó haber sido más votados en el consejo estatal y después, tener los mejores resultados en la encuesta. La candidatura, como es sabido ya, se entregó a Claudia Delgadillo otra vez, por una decisión centralizada.

El supuesto de que “el pueblo” y la militancia de Morena elije a los candidatos, no se sostiene de ninguna forma.

Una consecuencia directa de ello es la confrontación interna de los grupos que de manera natural, se integran en este partido político, que en teoría, está abierto a que cualquiera (y eso es literal) aspire a una candidatura. 

No es posible asegurar el resultado de las elecciones en Jalisco. Hay señales que permiten presumir tendencias.

Pero un partido como Morena no tiene mucho futuro si no aplica cambios en sus reglas internas. Y lo peor, si candidatos que llegan por esta vía ganan las elecciones, no se puede esperar mucho de los resultados que puedan dar al ejercer un cargo público.

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