Las campañas y la terca realidad
Celebrado el tercer debate y la Marea Rosa, la mayor movilización que impulsa el bloque opositor integrado por la vieja partidocracia, estamos en la recta final de la actual campaña electoral para la renovación de los poderes públicos, a escasos días de la jornada electoral del domingo 2 de junio.
A dos semanas de la elección, la mayoría de las encuestas publicadas conceden una cómoda ventaja a la candidata oficialista Claudia Sheinbaum. La llamada Encuesta de Encuestas del sitio Oraculus concede a Sheinbaum 55 por ciento de intención de voto por 33 por ciento para la abanderada opositora Xóchitl Gálvez; en tanto deja en tercer lugar a Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano, con 12 por ciento. La suma de encuestas del sitio Poll.MX ofrece prácticamente las mismas cifras: 54 por ciento para Sheinbaum, 32 por ciento para Gálvez y 12 por ciento para Máynez.
A pesar del esfuerzo humano, material y económico invertido por la oposición a la 4T, los números en las encuestas apenas se movieron en tres meses de campaña y prácticamente confirmaron los números arriba con los que arrancó la candidata de Morena y sus aliados PT y PVEM.
A pesar de que presenciamos la primera campaña donde dos candidatas encabezan las encuestas, la forma y fondo de la campaña no fueron distintos en cuanto a rudeza y guerra sucia que imperan en las campañas dominadas por los varones. Lo que ha imperado en la actual campaña electoral son narrativas sensacionalistas y que, en ocasiones, distorsionan la realidad.
Desde la campaña de Xóchitl Gálvez se ha querido repetir la vieja propaganda de que la candidata de Morena es un peligro para México esparciendo versiones de que este partido quiere instaurar el comunismo, que la democracia está en riesgo y que de repetir la 4T se instauraría una dictadura, quieren acaban con la familia, cerrar las iglesias, y que se pretende acabar con la propiedad privada.
A su vez, desde el oficialismo se magnifica la realidad y los resultados ofrecidos por Andrés Manuel López Obrador. Desde la 4T se sostiene que este Gobierno terminó con la corrupción, logró la separación del poder político del poder económico, se acabó el neoliberalismo, se logró una transformación nacional histórica, que se construye un sistema de salud parecido al de Dinamarca y que AMLO es uno de los mejores presidentes de la historia.
Ambos proyectos fuerzan la realidad para acomodarla a sus intereses. Lo cierto es que se trata de dos proyectos político-electorales confrontados por ambición de permanecer o acceder al poder. Más allá de la aparente polarización y del encendido debate, y de los matices en sus narrativas, en lo esencial ambas coaliciones coinciden en lo esencial. Ambos proyectos están a favor de mantener una economía capitalista de libre mercado, vinculada estrecha y estratégicamente a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, legitimada por un sistema político de democracia representativa acotada y tutelada por los poderes fácticos nacionales (formales y criminales) y por los intereses de la potencia hegemónica mundial.
La oposición acusa a Morena de querer imponer una dictadura comunista y sin embargo el desempeño económico del Gobierno de la 4T es de una extremada y disciplinada política económica más parecida a los gobiernos neoliberales que a uno socialista. Curiosamente el mensaje central de Claudia Sheinbaum consiste en impulsar un programa de “prosperidad compartida”, un concepto de modelo de crecimiento impulsado por el Banco Mundial (https://cutt.ly/9etboBTv).
Pero mientras las candidatas y el candidato gastan millones de pesos para afirmar a sus seguidores y buscar a nuevos electores y tratar de presentarse como opciones diferentes, en el país sigue pareciendo una guerra informal que produce una sistemática violencia que es funcional, en muchos casos, a las distintas dinámicas de acumulación de capital.
Apenas a unas horas de la llamada Marea Rosa y del tercer debate presidencial, Antonio Regis Nicolás, defensor del territorio de la comunidad de Santa María de Ostula, Michoacán, fue asesinado por grupo de sicarios identificado con el Cártel Nueva Generación, según denuncia del Congreso Nacional Indígena (CNI) (https://cutt.ly/uetbmgkg). Son patrones de violencia sistemática que no son abordados por los candidatos ni las coaliciones, como otros temas centrales para la vida nacional, como la crisis por desaparición de personas. Al final, la terca realidad mexicana no está representada en los discursos y programas de los candidatos y los partidos que los respaldan.