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Las Mañaneras y AMLO son ya un show patético

Quizá vaya siendo tiempo de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) comience a replantear el costo-beneficio de continuar con sus conferencias Mañaneras, siendo que lo que comenzó como un éxito para su estrategia de comunicar e informar a los mexicanos, ya le significa un muy amplio desgaste en todos los sentidos; sin menoscabo de que prácticamente ha perdido la agenda que dictaba desde ese púlpito todas las mañanas y cada día evidencia con mayor nitidez su mal estado de salud; las largas lagunas mentales, la confusión, la distracción, la furia con que reacciona, y sus miles de mentiras, sólo dejan al descubierto el gran deterioro que sufre, y surgen dudas en cuanto a si está en condiciones de gobernar. 

La Mañanera y el personaje han transitado a un show patético, que además de todo nos sale muy caro a los mexicanos.

Haciendo un somero corte de caja nos damos cuenta de que ya no le es redituable este formato.

Durante casi cuatro años, es decir, a partir de que se transmitió la primera conferencia Mañanera el 3 de diciembre de 2018, supuestamente con el objetivo de dar a conocer el trabajo del Presidente, tenemos que si bien el modelo había venido funcionando, hoy está debilitado precisamente por la carencia de información que el Presidente ha reemplazado por cortinas de humo, ocurrencias, y situaciones tan patéticas como invitar a cantantes o él mismo presentar canciones para mofarse o desviar la atención de temas cuando éstos le son adversos.

Los tópicos que aborda el Presidente cada mañana, y la forma como lo hace, ya es más de lo mismo; de hecho, ante la evidente falta de resultados que comunicar porque son inexistentes, ha llegado al grado de presentar un listado de posibles candidatos de partidos de oposición que él piensa pueden ser las ‘corcholatas’ -como ridículamente llama a los aspirantes de su partido-, tomándose atribuciones que no le corresponden y violando leyes igualmente. 

Aunado a lo anterior, se encuentra en una coyuntura que le es infinitamente desfavorable tras el hackeo que sufrió la Secretaría de la Defensa Nacional a la que le fueron extraídos al menos cuatro millones de documentos en los que se encuentran casi todos los pecados del Gobierno y del propio Ejército; las evidencias de corrupción, los secretos, los desvíos, los excesos, los contratos, las mentiras, los viajes, todo está ahí como ya se ha dicho, todo incluido en esos seis terabytes que están en poder de periodistas, investigadores, historiadores y medios de comunicación que se encuentran inmersos en esos documentos para continuar sacando a la luz pública los secretos que habían estado mejor guardados hasta antes del ciberataque. 

Fijar la agenda era otro de los éxitos de las conferencias matutinas que dominaban el flujo informativo en el país, pero lo que encontramos de un tiempo a la fecha, es que Andrés Manuel ha tenido que anticipar la elección presidencial y hacer como dicen ‘circo, maroma y teatro’ para tener temas de conversación, pues la agenda le fue prácticamente arrebatada desde que perdió la votación de la reforma a la ley eléctrica.

La Mañanera ha sido también la plataforma favorita de López Obrador para intentar destruir a sus “adversarios” -como llama a todo aquel que piense u opine diferente a él-. Desde ahí lo hemos visto cada mañana lanzar vituperios, ofensas, y desacreditar a prácticamente todos los sectores de la población; la clase media, empresarios, académicos, periodistas, medios de comunicación, ambientalistas, ingenieros, abogados, investigadores, médicos, y un sinfín de organismos y asociaciones civiles, y hasta internacionales, entre otros. 

De acuerdo con el doctor Luis Estrada, especialista político y director del taller de comunicación política SPIN que lanzó un libro sobre las mentiras de Andrés Manuel en las Mañaneras, el Presidente suma alrededor de 87 mil falsedades desde que comenzaron las Mañaneras bajo la estrategia de los “otros datos” y otros recursos en su narrativa.

Refiere que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una serie de mecanismos para evadir responder a temas que pueden afectar la imagen de su Gobierno, y señala que el promedio de falsedades dichas por López, es de 94 por conferencia, por lo que “casi todo lo que dice el Presidente es falso, engañoso o no se puede comprobar”.

Su estado de salud refleja el deterioro que le aqueja a cuatro años de que ofreció su primera Mañanera. Su cuerpo encorvado y cansado, su rostro, sus lagunas, su habla, sus distracciones, su lentitud para hilvanar frases, son señales de alguna afectación cerebral, más allá de lo que se ventiló recientemente en cuanto a su salud, tras el ciberataque a la Sedena, cuando se confirmó y él mismo admitió que padece del corazón, hipotiroidismo y gota, “además de otros padecimientos”.

El show personal de AMLO raya en lo patético, pero también en lo preocupante; ya pasó la etapa en que sus ocurrencias eran novedad o incluso algo chistoso que comentar. Su más reciente confusión y su desesperación al no recordar la anécdota en la que pensaba hacer un comparativo en los precios de la tortilla, el dólar y la gasolina se convirtió en un suplicio tanto para el Presidente como para su gente de apoyo y para el público, pues en verdad sufrió al no encontrar la frase, la palabra, los recuerdos, y todos ellos son signos inequívocos de que su funcionamiento cognitivo está mal. 

Salir a improvisar por espacio de más de dos horas resulta bastante complejo para casi cualquier persona aún tratándose de oradores especializados, y que lo haga una persona con las limitantes del Presidente, quien no es buen orador, carece de cultura general, no posee el don de la palabra, y para colmo no tiene algún éxito o logro qué presumir, entonces tenemos que entender porqué las Mañaneras estarían en posibilidad de desaparecer.
 

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