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Ladrones y asesinos

El Talmud y el Midrash, fuentes de la tradición judía, presentan a Caín como el primer fratricida de la humanidad. Caín le reclama al guardián supremo: He asesinado, pero tú, el guardián supremo, ¿por qué me has dejado asesinar? Tú eres el responsable. Por ello estará condenado a vivir perseguido y a expiar su culpa en el destierro. Nuestra razón no alcanza a comprender ¿porqué en los albores de la humanidad fue permitido un crimen, peor aún, un fratricidio? y porqué razón no fue castigado con la pena de muerte. El ser supremo no destruye su creación, pero le deja a sus congéneres los humanos la facultad de castigar a los asesinos.

Según las sagradas escrituras, el hombre lleva en sus genes la semilla del mal. El hombre es capaz de matar por nada. El animal sólo mata por necesidad. El hombre descarga sus armas mortíferas sobre una multitud que se divierte en una fiesta; lanza  granadas en una plaza pública matando e hiriendo a decenas de hombres, mujeres y niños; mata a sus compañeros universitarios; mata centenas de humanos que luego pasea en camiones refrigerados. ¿Es la nueva modalidad que está tomando la delincuencia organizada? ¿Es el producto de una mente enferma que trata de desestabilizar al país utilizando prácticas terroristas?

Si bien, el hombre mata por nada, detrás de los asesinos hay un autor intelectual que es el que está orquestando los asesinatos masivos. En todo crimen hay un móvil, ¿Cuál es el motivo que impulsa a estos criminales? ¿Quién o quiénes se benefician con la desestabilización del Gobierno?

La muerte de Abel a manos de su hermano Caín dejó muchas dudas. Necesitamos una explicación que ningún teólogo ha satisfecho. Tal vez no tenía conciencia del crimen que estaba cometiendo, recordemos que los primeros humanos eran casi primates. Darwin justifica matar como un acto defensivo contra las agresiones de sus semejantes pertenecientes a otras tribus o clanes. Sea que creamos en la teoría divina o en la evolución, la realidad es que el hombre genéticamente es un asesino en potencia. Es la cultura, la educación, el medio social en que se desarrolla lo que inhibe que ese instinto bestial aflore.

¿Quién es mas culpable, el que comete un delito o el que se lo permite? Recordemos la parábola del ladrón y el vigilante: “Una noche un ladrón fuerza una entrada y toma unos objetos preciosos sin que nadie lo impida. En la mañana el guardi án lo arresta y le reprocha: ¿Por qué has robado esos objetos?, el ladrón contesta: soy ladrón, he ejercido mis talentos. Tu deber era estar vigilante en la puerta e impedir la entrada de los ladrones, ¿por qué fallaste en tu misión?

Cualquier semejanza con lo que acontece en México es producto de la genética. Los delincuentes traen el mal en sus genes. A los gobernantes les pagamos, y muy bien, para que los controlen. ¿Por qué han fallado en su misión? ¿Por qué se han convertido en ladrones?

Guadalajara, Jal., 1 de octubre de 2018.

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