La violencia de las mujeres a los hombres (parte 1)
Estamos ingresando a la era en que las mujeres muestran su rostro agresivo y hasta violento, según sea el caso.
La sutil diferencia entre ser agresivo o violento, estriba en que la segunda genera un daño físico, emocional o moral. Mientras que el primero es más bien una actitud y conducta de lucha, de esfuerzo, por conseguir un objetivo o de defenderse sin tener la intención de lastimar.
Los hombres hemos sido y somos violentos, arreglamos muchos conflictos por medio de la fuerza física, los golpes y en fin el militarismo. En cambio las mujeres en vez de dirigir su rabia y desacuerdo a dañar al cuerpo, lo dirigen a las emociones, a la dignidad y reputación de la persona de su víctima.
Mientras que los hombres usan cualquier recurso físico para lastimar al cuerpo de sus enemigos y víctimas, incluyendo el recurso de la violación. Las mujeres eligen el arma de la lengua, es decir el uso de la palabra, desde el insultó hasta la intriga, la calumnia, los falsos y todo cuanto lastime la integridad y auto estima de sus víctimas.
Desde luego que también los hombres usan recursos femeninos para dañar, tanto como las mujeres pueden recurrir a la violencia física con tal de lograr su objetivo.
En ambos géneros se encuentra el enojo, la frustración, la impulsividad, el rencor, la venganza, la decepción y desde luego el odio, los celos, la envidia y la rivalidad, como una motivación directa para ejercer la violencia.
Históricamente hemos sido más bien testigos de la violencia física del hombre hacia la mujer, desde por la humillación, el sometimiento, la esclavitud, el dominio y control de su libertad, hasta la violación y todo tipo de daños físicos. La exclusión de su opinión y nulificación de sus capacidades y autoridad para participar en múltiples actividades, han sido el complemento de este comportamiento violento hacia las mujeres.
A su vez, las mujeres han respondido con el poder del afecto y el control del hogar, principalmente en la cocina y disponer de la educación de los hijos a su modo. Hablar mal del padre y en general de los hombres, es una forma de venganza que utilizan con el veneno de la palabra y acabar así con el prestigio y la reputación de quien se les antoje.
La violencia masculina deja muchas evidencias y es fácil de rastrear y detectar, en cambio la femenina es tan sutil y discreta, que como potente veneno, sólo es detectable con metódicos análisis y sesudas investigaciones.
Continuaremos la siguiente semana, y mientras tanto recorre en tu experiencia, cómo es que has sido violento con tus parejas. Y actualmente en tu matrimonio.