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La verdad histórica

Antes se hablaba de la historia oficial para distinguirla de la historia real o verdadera, ahora se habla de la construcción de la verdad histórica dando al adjetivo de histórico una connotación endeble, poco fiable.

Es verdad que durante siglos historia, mito y poesía formaron parte de una familia inseparable, más que una investigación seria y profunda del pasado, lo que se “construía” eran relatos literarios donde hombres y dioses decidían el presente y el futuro de un pueblo.

En siglos recientes todavía se manejaba la historia como una glorificación de personajes al margen de su tiempo, tendencia que se ha mantenido hasta el presente, sobre todo en manos de aficionados al quehacer histórico que desconocen los criterios contemporáneos de la historiografía incurriendo en anacronismos profesionales impresionantes.

De igual modo queda claro que toda verdad en manos de la clase política de cualquier tiempo y país, será siempre “construida”. México no es la excepción sino un ejemplo más de la ideologización de la historia en la medida que la vida política se ha vuelto más compleja y por lo tanto más jalonada por todo tipo de intereses. Todavía no sabemos si Francisco Madero murió en palacio nacional, o fusilado, como dice la historia oficial, ni tampoco sabemos quién mandó matar al candidato Colosio, ni cuantos dispararon sobre el general Obregón en el banquete de la Bombilla. La cuestión del 68 se manejó de tal modo que el principal responsable, por más tiempo que esperó, dejó este mundo impune, pero dando su nombre a infinidad de colonias, plazas, y avenidas a lo largo y ancho del país.

El actual quehacer de la política mexicana cuenta, como de ordinario, con un amplísimo repertorio de asuntos que puede olvidar, marginar, o rescatar y promover a tenor del impacto publicitario que puedan lograr, de la densidad de humo que pueda producir, no de un genuino compromiso por la verdad y la justicia como nos hacen creer.

Esto no impide advertir el grave error de cálculo político de los responsables de la masacre de los normalistas, equivocaciones como esta nos revelan el alto grado de lejanía de la clase gobernante con relación a la evolución social y a la misma realidad. Los políticos vieron solamente muchachos campesinos unidos a una causa rural que podían eliminarse sin problema, sus oponentes identificaron una extraordinaria oportunidad de arruinar al sistema, para los familiares de los estudiantes fue un agravio que ya no podía soportarse, y para el actual gobierno, un modo de asegurarse el futuro electoral.

Frente a la “construcción” de la verdad histórica denunciada, tenemos ahora una “construcción” de la justicia mediatizada, ninguna de estas ingenierías garantiza el futuro de un estado cada vez más fallido, ni ayuda a la recuperación de la confianza social en sus gobernantes, pero si podemos, entre el arresto de Murillo Karam, las amenazas a Zerón y a Peña Nieto, olvidar el caso Odebrecht, bajarle tensión a la inseguridad nacional, y contemplar absortos la alegría de vivir en libertad de la maestra Elba y de Rosario Robles, sin que sepamos si sufrieron de cárcel injustamente, si cumplieron alguna condena, o si las liberaron por algún edicto de gracia que desconocemos. También esto es construcción de verdades históricas y de justicias mediáticas.

armando.gon@univa.mx
 

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