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La vejez, las pensiones y el Gray Power en el presupuesto

La edad es una de las primeras cosas que se nota en las personas... y en los presupuestos. Para 2023, el gasto en pensiones se llevará una quinta parte del Presupuesto de Egresos de la Federación: 1.7 billones de pesos. Esto representa un 14% de incremento respecto al 2022, cuando fueron 1.4 billones de pesos.

¿Cómo poner esta cifra en perspectiva? En el ejercicio presupuestal se expresan algunos de los compromisos y programas del Presidente, también el envejecimiento de la población mexicana. En el presupuesto 2023 se reflejan 360 mil millones de pesos que están etiquetados como pensión para adultos mayores y apoyos para personas de la tercera edad con discapacidad. Están también los costos de devolver privilegios en jubilación para los trabajadores de la CFE. Ellos volvieron a tener el derecho a jubilarse con el 100% del sueldo si cumplen 25 años de servicio y alcanzan los 55 años de edad. Este privilegio cuesta alrededor de dos mil millones de pesos al año e irá creciendo. Parece poco en un presupuesto de 8.3 billones de pesos, pero…

El envejecimiento de la población es una de las transformaciones sociales más importantes del siglo XXI, dice la ONU. En México esto provoca que cada año tengamos un nuevo récord en el gasto público destinado a pensiones. En 2012 se destinaban a ese rubro 429 mil millones de pesos del presupuesto federal y en 2021, ese gasto sobrepasó por primera vez el billón de pesos. Con la inflación y la dinámica poblacional, es muy probable que para el 2025 el gasto en pensiones rebase los 2 billones de pesos y alcance un 25% del presupuesto gubernamental. Esto es lógico, porque en México los adultos mayores han dejado de ser una minoría pequeña. Tienen cada vez más presencia política, tal y como queda claro en el gabinete presidencial. Las personas de la tercera edad en México crecen en influencia, porque se expanden en números absolutos y como proporción de la población total. ¿Quién dijo Gray Power?

El envejecimiento poblacional ocurre en México a gran velocidad. En el año 2000, los mayores de 60 años sumaban 6.9 millones de personas y eran 7% de la población mexicana. Según proyecciones del Consejo Nacional de la Población, para el 2030 serán más de 20 millones de personas, casi 15% de la población.

La transición demográfica en México nos obligará muy pronto a dejar de vernos como un país joven. En Suecia, el paso de una sociedad mayoritariamente joven a una donde la balanza se inclina a adultos y adultos mayores se llevó 80 años. En Alemania, tomó 60 años. En España, fueron 45 años. En México y en América Latina, el proceso se llevará entre 20 y 25 años, de acuerdo con estudios del Banco Interamericano de Desarrollo. No hace mucho, en México se hablaba del reto de aprovechar el bono demográfico. La conversación ha cambiado de tema: ¿cómo haremos para estar preparados para un futuro donde habrá más viejos y estos exigirán con más fuerza y argumentos sus derechos?

En el radar tenemos el gasto en pensiones, pero no es el único renglón en el que se deberá ajustar el presupuesto para hacer frente a una nueva realidad. La infraestructura urbana deberá transformarse para responder a las necesidades de una población que necesitará más hospitales, pero también más espacios recreativos para adultos mayores. En un mundo en el que parece que será normal vivir hasta los 90 años, la edad de jubilación deberá revisarse. Lo dijo Carlos Slim la semana pasada y dejó una propuesta en el aire: 75 años, habló también de tres días de trabajo a la semana. Más pronto que tarde, deberemos discutir con seriedad propuestas similares.

Las oficinas y el transporte tendrán que responder a los retos que implica una sociedad con más viejos, que tendrán más necesidad de seguir activos. En algunos años, quizá en los medios y en las redes sociales estarán hablando de tips para que las empresas atraigan a los adultos mayores creativos, en términos parecidos a cómo se hablaba hace poco de los retos para reclutar millennials.

Hace dos años, en este espacio cité a Maggie Khun, una activista estadounidense para los derechos de los adultos mayores. Con ella, quiero cerrar esta Caja Fuerte: Hay muchos mitos acerca del envejecimiento, decía Khun, “que es una enfermedad, un desastre; que los viejos somos inútiles; que no tenemos sexo; que no tenemos poder y que somos todos iguales”. Gocemos con los mitos, pero veamos de frente a la terca realidad.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

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