La variable Trump
Tomar decisiones de política económica internacional en el contexto regional de América (y el mundo) requerirá tomar en cuenta el grado de incertidumbre que genera la polarización discursiva del próximo presidente de los Estados Unidos. Donald Trump será, sin duda, una variable a considerar en los procesos de toma de decisiones económicas de los gobiernos y los inversionistas, no solo por lo alarmista de sus mensajes, sino también porque la configuración de las cadenas de suministro globales está pasando a un nuevo episodio debido a las alianzas comerciales.
El Trump de 2025 no será el mismo líder que enfrentaron Peña Nieto y López Obrador. Sus formas de ejercer presión en la actualidad parecen estar impactando con más fuerza las estrategias y políticas de varios países, especialmente en temas sensibles como la migración y la seguridad, muestra de ello en México es que las autoridades federales han frenado seis caravanas migratorias en los últimos tres meses; por su parte, Honduras, El Salvador y Venezuela se preparan para las deportaciones masivas anunciadas, considerando que su impacto económico les puede llevar a una crisis. Asimismo, Canadá respondió al discurso trumpista de fronteras cerradas proponiendo la creación de una nueva fuerza policial fronteriza.
Así, en el fenómeno migratorio, la influencia del discurso de Donald Trump sobre las políticas del resto de los países de América es innegable. Esta dinámica responde también a su táctica de ‘polarización estratégica’, en la que la búsqueda de un enemigo externo se convierte en una herramienta clave para movilizar simpatías nacionalistas y consolidar su base política. El próximo presidente norteamericano ha expresado que Estados Unidos, sin migrantes latinoamericanos, sería una nación próspera, sin crimen, sin consumo de sustancias y con una economía sólida. Este discurso que se convierte en la oferta política del republicano, en unos meses podría estar acompañado de acciones de política económica, elemento que abonaría, sin duda, a la incertudimbre internacional a la que he hecho mención.
Desde esta perspectiva, el escenario productivo que se busca impulsar con el “America First” implicaría redefinir cadenas de suministro que tienen años operando con una lógica basada en la competitividad y sostenida en buena parte por los acuerdos comerciales que hoy tanto se critican por el próximo mandatario. Trump parece buscar proteger los intereses económicos de Estados Unidos a partir de generar tensiones con sus socios comerciales en el marco de una economía globalizada, estrategia que, sin duda, impactaría a las empresas que tienen inversiones en el marco de las relaciones bilaterales, sean grandes o pequeñas y tanto estadounidenses como mexicanas.
Es indiscutible que el Gobierno de México está tomando medidas para mitigar el impacto de la variable Trump, la primera fue el nombramiento de Marcelo Ebrard en la Secretaría de Economía, seguido por la creación de un Consejo Asesor de Desarrollo Económico dirigido por Altagracia Gómez y la reafirmación de la preferencia que tiene Estados Unidos en nuestro comercio exterior. En tanto la siguiente administración estadounidense se ha centrado en el nacionalismo económico y el aislamiento, México ha optado por mantener un equilibrio pragmático, priorizando la estabilidad de sus relaciones comerciales y políticas con su vecino del norte. Este enfoque que se configura, contrasta con la tendencia global hacia la integración económica y la cooperación multilateral que busca minimizar las barreras y fomentar un sistema de interdependencia que favorezca el crecimiento colectivo. México, en una lectura correcta y acorde a su perfil histórico en política exterior, se posiciona con cada acción como un actor que, sin renunciar a su soberanía, busca estrechar lazos con otros bloques económicos y fortalecer su papel en la economía global.
Felices fiestas.
@DelToroIsmael_