La trampa que pusieron a Arturo Zaldívar
Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo de la Judicatura es un jurista con gran prestigio.
Y ha mostrado ser también un político hábil, pues ha evitado enfrentarse directamente con el presidente López Obrador, pero también ha logrado que la Corte mantenga su espacio.
Quizás muchos preferirían un presidente de la Corte que chocara frontalmente con AMLO.
Zaldívar no es ese presidente, ni lo será.
Pero tampoco va a convertirse en un títere de López Obrador, como algunos imaginan.
La reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial que, a través de un artículo transitorio, le dio dos años más a su presidencia en violación flagrante a la Constitución, es una trampa para Zaldívar.
El presidente de la Corte deberá rechazar esa modificación y señalar que es evidentemente inconstitucional se apruebe o no en la Cámara de Diputados.
Si no lo hace, va a perder toda autoridad moral entre ministros, magistrados y jueces.
Seguramente Zaldívar buscará alguna salida que, como en otras ocasiones, no lo confronte directamente con López Obrador.
Sin embargo, el rechazo a esa reforma deberá ser claro.
No veo a Zaldívar encabezando a una institución en la que sería cuestionado por sus pares y por la mayoría de los juzgadores.
Ello implicaría probablemente una crisis en el Poder Judicial, pues si su presidente acepta favores del gobierno, ¿por qué no hacerlo en todos los niveles?
La 4T sabe perfectamente que la Corte, así como el INE y el Banco de México, son de los pocos contrapesos que tiene en este momento el poder presidencial.
López Obrador pretende concentrar aún más poder en su persona para asegurar que los cambios que ha propuesto durante su administración van a ser permanentes.
El INE está en este momento bajo fuego y es la institución que está ahora en la mira. A la Corte se le colocó en la encrucijada con esta reforma, que pescó descolocada a la oposición.
Queda el Banco de México. Sin embargo, López Obrador no tiene prisa, pues sabe que a finales de este año termina el mandato de Alejandro Díaz de León y por ley, el presidente de la República tiene la potestad de designar al nuevo gobernador.
En el caso del Poder Legislativo, el objetivo es que en las elecciones del próximo 6 de junio se refrende la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y por lo tanto, se mantenga como un instrumento del presidente y no como un contrapeso.
En cuanto a los poderes locales, aún los escenarios más pesimistas indican que Morena obtendrá el triunfo en al menos siete gubernaturas y se convertirá en el partido que tenga más gobernadores en el país.
Sin esta perspectiva global para concentrar el poder en las manos de AMLO no puede entenderse el intento de colocar a Zaldívar contra la pared a través de una maniobra que demostró que el bloque de contención en el Senado, que presuntamente reúne a todas las oposiciones, se puede fracturar más fácilmente que un carrizo, con sólo usar un poco de maña y de oportunidad.