Ideas

La soberanía conquistada

Empresarios y políticos de la Ciudad de México pensaban que, consumada la Independencia, ellos deberían ejercer sobre la antigua Nueva España el mismo dominio que habían tenido los reyes españoles. Los empresarios y políticos de Guadalajara consideraban que si era temible un rey situado a diez mil kilómetros de distancia, lo era mucho más un pseudo rey ubicado a quinientos kilómetros.

Entre 1821 y 1823, Guadalajara y México entablaron un intenso debate, inicialmente amainado por el efímero imperio de Iturbide, pero reactivado tras su caída. Durante todo el periodo virreinal, la Audiencia de México había obstaculizado constantemente el desarrollo y la prosperidad de la Audiencia de Guadalajara, situación que ahora podría empeorar si los habitantes de estas tierras simplemente se sometían a un nuevo poder central.

Guadalajara se anticipó a los hechos, declarándose primero independiente en junio de 1821, y posteriormente instituyéndose como estado libre en junio de 1823, al margen de lo que pudiera pensar o querer la Ciudad de México. El intento centralista de destituir al jefe político de Guadalajara había fracasado, y la intentona de enviar un ejército de ocupación a Jalisco se matizó por la rápida respuesta de Guadalajara, que envió igualmente un ejército para enfrentarlos. Para evitar una guerra, se llevaron a cabo largas deliberaciones entre los contendientes en la entonces villa de Lagos, frontera oriental de este territorio con el de México. La condición y la clave de los acuerdos fue la aceptación de un sistema político federal que promoviera el progreso de todos en igualdad de condiciones, renunciando México a sus pretensiones centralistas, y Guadalajara a su separatismo. Los líderes del nuevo Estado de Jalisco creyeron que tales acuerdos se cumplirían.

En aquellos tiempos y aún en la actualidad, se pensaba que las naciones dotadas de grandes territorios eran más fuertes y respetables, por lo que se quería evitar una fragmentación como la que ocurriría en Centroamérica. Este prejuicio era muy relativo, ya que el poder de una nación no depende de su tamaño, sino de la capacidad de su gente para progresar y desarrollarse, como han demostrado países demasiado pequeños que, sin embargo, gozan de un enorme poderío y prosperidad. Pensemos en Liechtenstein, que con sus 160 kilómetros cuadrados de territorio ostenta el PIB más alto del planeta. Otros ejemplos son Suiza, Dinamarca, Andorra o Singapur. No obstante, en el siglo XIX, más que una consideración sensata de los hechos, prevalecía una ideologización nacionalista, denunciada por don José María Luis Mora en esos mismos años, lo cual fracturaría el tan defendido federalismo.

Desde hace varios meses se viene preparando un festejo que celebre estos dos siglos de vida independiente, este éxito logrado en 1823, pero está haciendo falta un esfuerzo de reflexión que involucre a todos los actores sociales con el objetivo de analizar qué ha sido de Jalisco durante estos doscientos años y qué debe ser para el futuro. Además, la efeméride se politizó desde el principio, razón por la cual no pocas personas que podrían interesarse en el tema e involucrarse en él se han distanciado, pensando que es solo una ocurrencia o parte de una postura del Gobierno actual del estado, en lugar de ser un acontecimiento que valga la pena conmemorar.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando