La “soberana goliza” que inauguró la era profesional del Clásico Tapatío
El próximo sábado se jugará una edición más del Clásico Tapatío entre Chivas y Atlas, un encuentro que paraliza Guadalajara, y cuyo primer capítulo en la era profesional fue lo que EL INFORMADOR llamó “una soberana goliza”, un partido intenso y pintoresco, a la altura de la rivalidad que ambos equipos tienen hasta ahora.
En 1943, el año de la creación de la Liga mexicana, el encono entre rojiblancos y rojinegros ya estaba consolidado, y el primer partido entre ambos en la Liga Mayor, programado para el domingo 5 de diciembre de 1943, era esperado con ansia por los seguidores de ambos equipos.
En la víspera del juego no había un claro favorito. El Guadalajara, que todavía no era conocido como Chivas, parecía ligeramente mejor en cuanto a resultados recientes (dos victorias y dos derrotas, por un triunfo, un empate y tres derrotas del Atlas), aunque había un antecedente que favorecía a los rojinegros, que seis meses antes se habían impuesto a sus conciudadanos por 3-1 en la Copa México.
El Guadalajara llegó al partido en el campo del Atlas luego de una derrota turbulenta con el Asturias, en el que Teófilo García fue expulsado por desobedecer al árbitro y el “Pelón” Gutiérrez amenazó al colegiado con retirarse del campo con el resto del equipo si su compañero era expulsado. Los cronistas locales definieron ese partido como “un hurto” por la “manifiesta parcialidad” del árbitro Blat Garay.
Del lado del Atlas se registró un curioso episodio antes del Clásico. José Alberto Valdivieso, jugador-entrenador argentino de los rojinegros, estuvo a punto de dejar el país adeudando al equipo seis mil pesos en anticipos, pero fue aprehendido en Manzanillo, cuando se disponía a abordar un barco de regreso a Buenos Aires.
Valdivieso volvió a Guadalajara en avión, acompañado de un agente de la Policía, y explicó a los dirigentes del Atlas que si intentó irse sin aviso fue por la urgencia de ver a su madre enferma. Cierto o falso, las palabras de Valdivieso surtieron efecto y el argentino pudo disputar el partido ante el Guadalajara.
Los aficionados, por su parte, no ocultaban su euforia. “Hemos visto hasta chiquillos apostando el tostón del ‘domingo’, unos al Atlas y otros al Guadalajara”, reportaba un columnista de este diario. “Y casos se han dado en que, entre marido y mujer, también se crucen apuestas a uno y otro equipo”.
El primer tiempo del partido fue disputado tal como se esperaba. El Guadalajara se puso en ventaja con un gol de Reyes y Atlas respondió con un gol en tiro libre del hijo pródigo, Valdivieso. “Pablotas” González le devolvió la ventaja a los rojiblancos, pero el “Chino” Medina volvió a equiparar el marcador. Antes del silbatazo de medio tiempo, Reyes anotó el tercero para poner el 3-2 a favor de los rojiblancos. En ese momento era imposible hacer un pronóstico, pero pocos imaginaban lo que seguiría.
La segunda parte fue lo que el cronista llamó “una bonita paseada” al Atlas de parte del Guadalajara. “Pablotas” (en dos ocasiones), Prieto y un autogol de Ornelas pusieron siete goles en la cuenta del Guadalajara. Atlas sólo atinó a responder con un penalti cobrado por Valdivieso para dejar el marcador final en 7-3.
En ese partido se distinguió un joven debutante de 18 años que jugó con el Guadalajara a causa de la ausencia de Teófilo García. Su nombre era Javier de la Torre y estaba destinado a escribir algunas de las páginas más brillantes de la historia de Chivas.
Entró así en la era moderna la rivalidad más antigua del fútbol mexicano, un duelo de opuestos sólo en apariencia, que manifiesta y enfrenta a dos aspectos de la misma esencia, la esencia de Guadalajara.