Ideas

La refundación de Jalisco en la era de AMLO

Enrique Alfaro es, no cabe duda, un animal político con estrella. Ni planeándolo le hubiera salido tan bien el momento histórico en el que se inserta lo que llamó la refundación de Jalisco.

Yo he sido crítica del término desde el principio. Es grandilocuente y está vacío, pero no imaginé que pudiera convertirse en un recipiente conceptual utilísimo para jugar en el tablero político nacional.

Ahora resulta que sí sirve. El arreglo político nacional le abrió una ventana a esta idea y ahora puede apalancar a) al Gobierno de Jalisco en los próximos seis años, b) al equipo político de Enrique Alfaro, c) a la defensa del arreglo federal frente a un Gobierno con impulsos centralizadores, y d) al partido político Movimiento Ciudadano.

Con esta palanca, la administración alfarista puede ser la mejor administración que haya tenido el Estado en muchas décadas y por favor no alcen la ceja. No es zalamería ni me consta que sean gobernantes sobresalientes. No. Es la constatación de que los incentivos políticos y federales están puestos para que los recién llegados, con independencia de sus capacidades y potencial de trapacerías, se comporten a niveles quizá insospechados para sí mismos.

Fíjense, con esa enorme legitimidad con la que llegan y el carisma del líder principal, lo lógico sería que tuviesen una actitud sobrada y celebratoria. La clásica borrachera del poder: por fin tienen el Gobierno estatal, las alcaldías principales, el Congreso y una buena bancada federal, además de aliados estratégicos en poderes fácticos del Estado. Una concentración de poder para dar miedo y para hacer negocios a lo lindo.

Pero para fortuna de los jaliscienses, este grupo político llega a gobernar en un contexto federal adverso, mucho más complicado del que pudo tener la primera administración panista en Jalisco o las subsecuentes administraciones del partido que fuera. Ningún Gobierno estatal había tenido a un Presidente tan poderoso y tan reacio al arreglo federal como Andrés Manuel López Obrador. La nueva ley de administración pública, la iniciativa para crear una Guardia Nacional, la ya constatada visión presupuestal y su poderosa bancada legislativa federal son los primeros indicios.

Ante esto, al Gobierno de Jalisco no le queda más que defenderse y, al mismo tiempo, ser impecable adentro e implacable consigo mismo.

Alfaro puede encabezar la defensa nacional de los gobiernos estatales y la oposición partidista moderna al nuevo partido hegemónico, pero para ello debe funcionar como un perfecto reloj su maquinaria gubernamental. Al “Bronco” no le funcionaron las bravatas porque no brilló como gobernador.

Los alfaristas lo saben y más vale que todos los funcionarios lo tengan claro, porque si lo logran, sus ambiciones se verán recompensadas con mucho mayor poder del que hoy podrían celebrar.

La refundación de Jalisco (del grupo político de Jalisco), ahora empieza a cobrar sentido: es la posibilidad histórica de que este Estado funcione bien y construya nación.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando