La recuperación no tendrá forma de V, ni será la palomita de Nike
¿Cuánto caeremos? ¿Cómo nos levantaremos? En estas dos preguntas cabe nuestra incertidumbre. ¿De qué tamaño será la caída? ¿De dónde saldrán las fuerzas y los recursos para la recuperación? Poco a poco, vamos captando el tamaño del cráter que deja este meteorito llamado COVID-19. El primer mes de confinamiento obligatorio nos dejó una caída de 25% en las ventas del comercio formal y un desplome de 32% en la actividad industrial.
Estamos hablando de abril, donde también se registró una caída de 40.9% en las exportaciones y de 93.7% en las divisas que genera el turismo. ¿Cómo poner las cifras en perspectiva? Estas caídas son las mayores que ha registrado la economía mexicana en tiempos de paz. Son mayores a las que se vivieron en las crisis de 1995 y el 2009, también a las de la crisis de 1932.
Si se trata de caídas monstruosas, no estamos solos. Todos los países que fueron afectados severamente por el COVID-19 registraron desplomes mayores a 10% en su primer mes de confinamiento: China, España, Italia, Perú, Francia, Estados Unidos. Estas caídas de doble dígito del PIB se explican por el doble shock, de oferta y demanda. No había condiciones para producir. Desde casa, el consumo se metamorfoseó, parte economía de guerra y parte burbuja digital.
México es uno de los países más vulnerables para una crisis con las características que tiene la del COVID-19. El coronavirus nos agarró fríos, con cero crecimiento. Le pegó con fuerza a los sectores y rubros que estaban creciendo: turismo, remesas, exportación de automóviles y manufacturas. En el plano político, nos encontró polarizados. La 4T, además, decidió que el 2020 era el momento para hacer definiciones ideológicas en la política económica. El sector privado está pasmado.
Vendrá una recuperación porque no hay crisis que dure 100 años. Vendrá, pero no sabemos cómo será ni cuándo llegará. Ahí es donde entra el debate de la sopa de letras. El mejor escenario es una V, porque significa una rápida recuperación; es el mejor, también el menos probable. Se habla de una U para describir una crisis donde estaremos un rato en el suelo (como en un columpio) para después levantarnos. Otros utilizan una L para pronosticar una caída seguida de un largo periodo de estancamiento. Éste es el peor escenario. La W describe una película donde hay recaída. Lo ocurrido el 11 de junio en los mercados describe cómo sería esto: un incremento en los contagios se manifiesta en forma de grandes bajas en las bolsas y en otros mercados. El peso cayó 4% en su peor día desde marzo.
¿Cómo será la recuperación en México? Mucho depende de los resultados en el frente sanitario. En México y en EU. No habrá recuperación plena, mientras no se haya sometido la bestia o domesticado el bicho. Otro asunto es la política económica aplicada para la mitigación y recuperación. Aquí hay razones para el pesimismo, porque en México hay menos recursos aplicados que en otros países y por la carencia de un plan de reactivación económica proporcional al tamaño de la crisis.
¿Cuándo llegará la recuperación? En el mejor de los escenarios, las tasas de crecimiento menor a cero durarían entre dos y cuatro trimestres, anticipan Gustavo Cabrera y Adrián de León, del CUCEA de la Universidad de Guadalajara. En el peor, tendríamos hasta seis o siete trimestres con la economía por debajo de cero, proyectan estos académicos. Para que el escenario más optimista ocurra se necesitaría que EU se recupere rápidamente; que las políticas económicas de México funcionen y que no se complique el manejo del COVID-19. Son las tres condiciones, no una ni dos. ¿Se alinearán los planetas para que esto ocurra?