La recta final de AMLO
El fin del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está a la vuelta de la esquina. A poco más de 30 días para que deje el cargo, los análisis y reflexiones sobre su mandato comienzan a tomar forma. Un dato que destaca es la aprobación del 73% que AMLO mantiene según la encuestadora Buendía & Márquez, publicada por El Universal. Este nivel de apoyo no solo ha sostenido su liderazgo durante el sexenio, sino que también ha sido un factor clave en la victoria contundente de quien se perfila como la próxima presidenta de México. Algunas preguntas que vale la pena hacerse son ¿a qué responden estos envidiables -para toda persona que se dedica a la política- índices de aprobación? ¿esta aprobación está relacionada con una mejora en el país?, es decir, ¿podemos decir que en México estamos mejor que hace seis años?.
La fórmula del éxito en la aprobación
Primero: la popularidad de López Obrador puede explicarse desde varias aristas. En primer lugar, su estilo de comunicación ha sido un elemento crucial. AMLO ha logrado conectar con amplios sectores de la población a través de un discurso sencillo, efectivo y directo. Su narrativa persistente de “primero los pobres” ha calado hondo en un país de desigualdades palpables, profundas e históricas. Este mensaje, combinado con el uso estratégico de las “mañaneras”, le ha permitido establecer una comunicación directa con los ciudadanos que le siguen día a día, evitando en gran medida estar supeditado a los filtros de la prensa tradicional. En estas conferencias matutinas, López Obrador se erige como el portavoz de las mayorías olvidadas, alimentando con cada emisión una percepción en la ciudadanía, de tener un gobernante con empatía, cercanía y accesibilidad.
Segundo: su enfoque en el diseño y la ejecución de los programas sociales ha sido un pilar fundamental para lograr este respaldo ciudadano. Con las políticas de transferencias directas, como las becas a estudiantes y la pensión para el bienestar de las personas Adultas Mayores, aunque cuestionadas por algunos sectores, han sido recibidas con gratitud por la población beneficiada. Programas como “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Sembrando Vida” han proporcionado apoyos económicos que han marcado la diferencia en la calidad de vida de las personas que los reciben. Estos programas se han explicado desde el objetivo de redistribuir la riqueza en México, lo que alimenta la legitimidad de su liderazgo como defensor de los pobres y da congruencia a su lema “por el bien de todos, primero los pobres”.
Tercero: otro aspecto que ha contribuido a la popularidad de AMLO es su habilidad para construir un relato de confrontación entre el “pueblo” y las “élites corruptas” y en cómo su gobierno era el antídoto contra esos males y él un líder incorruptible que lucha contra los intereses de una minoría privilegiada en favor de las mayorías. Si bien esta narrativa le brindó fuertes niveles de aceptación y adhesión con el grupo social al que se dice representar, también se adoptó con celeridad en la sociedad, como respuesta a esta estrategia, una postura beligerante, de contraste, entre quienes se consideraban parte de ambos grupos sociales, y abrió la puerta a la intolerancia y a la discriminación, en formas que pensamos habíamos avanzado para desterrar. Las redes sociales tienen muchos ejemplos de ello.
¿Estamos realmente mejor que antes?
Saliendo del campo de la comunicación, en términos económicos, los resultados han sido mixtos. Si bien se ha logrado cierta estabilidad macroeconómica, el crecimiento ha sido moderado y, en algunos sectores, incluso se ha estancado. La inversión privada ha mostrado signos de debilidad, por ejemplo, la cancelación de grandes proyectos de infraestructura, resultado sobre todo en los últimos días, por la incertidumbre que generan algunas decisiones del gobierno en torno a la estabilidad política e institucional del país. A ello se suma que la inflación ha golpeado con fuerza a las clases medias y bajas, erosionando el poder adquisitivo de muchos mexicanos. A pesar de estos retos, la economía mexicana ha mostrado cierta resiliencia, en parte gracias a la fortaleza de las remesas, que han alcanzado niveles récord durante el sexenio.
En cuanto a la seguridad, el panorama sigue siendo sombrío. A pesar de la creación de la Guardia Nacional y los esfuerzos por combatir el crimen organizado, los niveles de violencia continúan siendo alarmantes. Las tasas de homicidios y desapariciones forzadas se mantienen altas, hechos que cuestionan la eficacia de la estrategia de “abrazos, no balazos” impulsada por AMLO desde el inicio de su sexenio.
Otro aspecto que ha generado controversia es la fuerte polarización política y social. Si bien AMLO ha mantenido un fuerte respaldo popular, también ha sido objeto de una fuerte oposición. Su estilo confrontacional y su tendencia a descalificar a quienes lo critican han contribuido a una creciente división en la sociedad mexicana. De seguir esta polarización podría tener graves consecuencias, como brotes de violencia comunitaria, asimismo, merma la disposición de los grupos sociales para construir los consensos indispensables para enfrentar los retos que México tiene por delante.
La alta aprobación de López Obrador se debe en una buena parte a su habilidad para conectar con amplios sectores de la población a través de un discurso inclusivo y programas sociales directos. No obstante, el balance de la evaluación de su gobierno es un ejercicio más complejo que debe dar cuenta de forma objetiva de sus luces y también de sus sombras.
Sí, el gobierno que se despide deja logros importantes, entre ellos, la ampliación de los programas sociales y el incremento del salario mínimo, y también deja deudas profundas, como mejorar la seguridad y la paz social. Sin duda, la pregunta de si México está mejor que antes, será objeto de debate y análisis en los próximos años, de cara a la transición, se avecinan decisiones políticas como la aprobación del famoso Plan C, y brindar certidumbre política y social a los inversionistas para evitar salidas importantes de capitales en el último tramo de gobierno, ¿con qué tendrá que maniobrar la próxima presidenta de México? Ese es un escenario que se siembra con cada decisión que realice el presidente en los últimos 30 días de su gobierno y que retomaré en la próxima entrega.