Ideas

La práctica de la no violencia

“La verdadera, pacificadora y final revolución es la que cada hombre debe hacer sobre sí mismo para silenciar su propia violencia”, afirmaba Giuseppe Lanza del Vasto.

Este gran filósofo, poeta y pacifista italiano, alumno y seguidor de Mahatma Gandhi, practicaba el ayuno como una forma de protesta en oposición a la agresividad promovida por gobiernos e instituciones. Porque si hay verdaderas intenciones de cambiar, algo del proceso destructivo que estamos generando en el mundo, tenemos que comenzar con cada uno de nosotros mismos. Y ese cambio surge de la manera en que nos relacionamos con los demás, porque el individualismo nos aniquila. Provoca el aislamiento, la soledad y, en fin, el egoísmo y la violencia.

El cambio implica vencer el miedo al otro, a dejar de desconfiar, a ya no ver en los demás a enemigos que te quieren despojar y destruir. En vez de buscar a colaborar, a cooperar y de sumar esfuerzos conjuntos por el bien de todos.

La dimensión comunitaria es en sí un movimiento revolucionario, señalaba Lanza del Vasto.

Una oposición que responde a las provocaciones está alimentando la agresividad del otro. La verdadera  resistencia a los insultos es no contestarlos, ni reaccionar ante esa infamia. Por eso del Vasto, siguiendo a su maestro Gandhi, siguió la escuela del ayuno y del silencio como una manera efectiva de protesta.

Las marchas, plantones y movilidades en contra de una injusticia o un abuso de autoridad regularmente pierden fuerza, porque son formas reactivas a una agresividad con contenidos de miedo, enojo, resentimiento, malestar y hasta odio o venganza. La verdadera propuesta es con sentimientos positivos, con actitudes que muestren que se han superado las emociones negativas que se tienen. Es un ayuno de lo que nos hace ser agresivos. La ira, la frustración, el coraje, el desdén crítico, burlesco e insultante no hacen más que incrementar el poder de la violencia, insistía del Vasto.

Así que antes de tratar de acabar con los enemigos violentos que percibimos fuera de nosotros, comencemos por vencer al que llevamos dentro.

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