La percepción del Presidente
Hace cinco años, cinco graves problemas se habían enconado en la vida de México: impunidad, corrupción, inseguridad, fracaso educativo y pobreza. De alguna manera, estas cinco lacras estaban interrelacionadas y exigían desde hacía sexenios una intervención mayor por parte del Gobierno.
Hasta donde es posible observar, tenemos la impresión de que el Presidente de la República consideró que los cuatro primeros eran insolubles, desgastantes o de resultados muy a largo plazo si se querían afrontar decididamente.
En el tema de la inseguridad le habían precedido dos estrategias: la de Calderón, balazos, no abrazos; la de Peña, ni abrazos ni balazos, así que fijar su posición con una estrategia de abrazos y no balazos, fue una forma de zanjar la cuestión.
De Peña heredó la percepción de que la corrupción es una cultura que compartimos todos en este país, y no era el caso de ir en contra de una tan masiva idiosincrasia, si así funcionamos, así sigamos.
La impunidad ha sido enfrentada de manera esquiva, aleatoria; una actuación más firme y de verdaderos resultados habría supuesto un poco de “fe” en la ley y en las instituciones, que sabemos el Presidente no tiene, decepción que comparte con un incontable número de mexicanos.
Con ese mismo incontable número de mexicanos comparte también una evidente desconfianza en los valores de la educación, pues todos venimos de la gran desilusión: pensar que estudiar basta para salir de la pobreza. Por lo mismo, en el campo de la educación es posible que sólo haya visto un sindicalismo corrupto e inmanejable y un conjunto de burócratas teóricos dedicados a planear la manera de seguir haciendo planes educativos en tanto llega la jubilación.
Por lo tanto, el Presidente consideró, a mi entender, que el único asunto en el que podía realmente lograr algo era en el de la pobreza, por eso su lema, “primero los pobres”, ha sido una constante que hay que ver detrás de los 3 grandes mega proyectos para el sur, ese sur del país, siempre retrasado, explotado y empobrecido. Pero de igual manera, la creación de la franja económica de la frontera norte, el muy notable aumento al salario mínimo (de 88.40 a 207.44), la pensión para los adultos mayores y para los menores con discapacidad, que ha tenido un impacto real ya solo por el hecho de favorecer la dinámica adquisitiva, sin desconocer el crecimiento clientelar que tal ayuda trae consigo, y desde luego la continuación de la política financiera del panismo que ha favorecido un techo macroeconómico estable pese a la crisis económica mundial. Todas las demás acciones han sido simples contornos prescindibles del platillo fuerte.
Estos elementos nos pueden ayudar a entender que el Presidente ha gobernado en favor de lo que consideró de beneficio inmediato para el sector más amplio y menos favorecido, posponiendo una vez más los procesos que dan un beneficio de mayor permanencia y trascendencia al conjunto de la nación, aunque los resultados sean de mediano y largo plazo, es decir, abatir la corrupción y la impunidad, base fundamental de la delincuencia, apostar con absoluta seriedad al compromiso democrático y por encima de cualquier otro tema, impulsar una genuina reforma educativa de fondo, tal y como han hecho países similares al nuestro y que hoy día son potencias mundiales.