La paz de Olga
Por el bien de todos, primero la salud del presidente. Solo un malnacido le desea la enfermedad a otro, pero ni a esos, que sí los hay, les conviene que la salud del presidente se agrave o deteriore. Dicho eso, no podemos tampoco dejar de notar la diferencia en el tono y la paz que vive el país desde que es la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien está al frente de las conferencias de prensa mañaneras, ni de darnos cuenta de que existe otra forma de comunicar y gobernar.
Olga Sánchez Cordero, lo hemos dicho, es quizá la secretaria de Gobernación más acotada en su poder y capacidad de decisión desde la Revolución. En el estilo Rey Sol de gobernar de López Obrador nadie brilla a su lado. Justamente por eso, la ausencia del presidente de la vida pública durante esta semana de convalecencia ha permitido acordarnos que se pueden hacer las cosas con otro tono, que para responder con firmeza, como lo hizo Sánchez Cordero frente a los señalamientos de que el asesinato de nueve Guatemaltecos en Tamaulipas era similar a la masacre de San Fernando, no es necesario insultar a nadie (más allá si estamos o no de acuerdo con el argumento de la secretaria); que se puede hablar abiertamente de la otra pandemia: la violencia intrafamiliar, sin escatimar ni matizar los datos; que se puede tener diferencias de opinión con el presidente respecto al aborto sin tener que claudicar; que ante las preguntas sembradas para atacar a los enemigos del régimen, la respuesta es apertura y tolerancia. Que reconocer la importancia de los medios impresos no es estar con los corruptos del pasado.
Gobernar no es sino administrar las contradicciones en medio de la escasez. Sea cual sea el país, venga de donde venga el gobierno, siempre existirán intereses y visiones encontradas, y los recursos serán, por definición, limitados. Exacerbar las contradicciones, como lo hace todos los días el presidente, es un mecanismo para hacer avanzar una visión específica del país, aunque en ello se lleve la gobernabilidad. Conciliar, abrir la cancha, como lo ha hecho esta semana la secretaria, ayuda a la gobernabilidad, aunque lleve a un paso más lento el proceso de transformación pretendido. Dicho de otra manera, lo que ha demostrado Sánchez Cordero en esas pinceladas mañaneras es que se puede gobernar desde la izquierda sin poner al país en vilo un día sí y otro también.
El tono importa, y mucho. Y en tiempos electorales, quedó demostrado en estos días, la Mañanera puede ser la plataforma de la propaganda del partido oficial, sembrado preguntas para que el presidente ataque, o el espacio desde donde el Gobierno de la República convoque y evoque a la nación. Nadie le impone al presidente censura, solo se le pide mesura, pero a estas alturas del partido sabemos que eso es imposible: su instinto es de bateador e irá todos los días al plato a tratar de sacar la bola del parque. Cuando regrese López Obrador, por su salud y la importancia de la investidura, ojalá se la tome con calma. Todo volverá a ser igual, pero da gusto saber que otra paz es posible.
La ausencia del presidente de la vida pública durante esta semana de convalecencia ha permitido acordarnos que se pueden hacer las cosas con otro tono.