¿La oposición más grande de la historia?
Solamente la Constitución de 1857 había generado en México una oposición tan cerrada, pasional, y extremista como la que hemos estado observando en el presente proceso electoral. Aquella oposición provocó la Guerra de Tres Años y hundió al país en la mayor crisis económica desde su independencia.
En el momento presente no sabemos todavía a cuánto asciende la financiación recibida por la coalición PRI-PAN-PRD, más allá de los números oficiales, pero analizando la extraordinaria movilización que han generado, ese costo debe ser muy superior a lo declarado.
Junto a los capitales invertidos, hay que añadir el costo en efectivo y en especie aportado por las instituciones privadas involucradas de los diversos sectores de la vida nacional, y en consecuencia el tamaño descomunal de los compromisos con los que llegaría al poder, si logra hacerlo, la candidata de esta coalición, y sus mínimos márgenes de decisión; dicho de otro modo, ganaría ella, pero no sabemos quién gobernaría.
En contraparte podríamos pensar que, si “seguimos haciendo historia”, sí sabemos quién podría seguir manteniendo un amplio margen de gobierno, por más que éste se iría rápidamente diluyendo por la fuerza de las edades y las circunstancias. Siempre es más fácil identificar a una persona que a uno o varios consorcios.
Mandar a trasmano fue la clave del Maximato con el fundador del PRI, y fue la clave del PRI durante la dictablanda de setenta años que acabó arruinando no sólo la economía, sino la misma democracia, toda vez que las muchas instancias democráticas establecidas a lo largo de los sexenios fueron siempre relativizadas por el omnipresente presidencialismo. El pan no pudo llegar a eso no por razones de honestidad sino de incapacidad, fue una fruta que se pudrió antes de madurar.
Mandar a trasmano fue la manera de reinventar la dictadura en el siglo XX, para una sociedad que parecía no poder sobrevivir sin un régimen autoritario, y el PRI lo ha sido todo el tiempo, de tal manera que la publicidad manejada por la coalición que busca “salvar” las instituciones democráticas suena bien para quienes desconocen la historia del país, y su propia idiosincrasia, puesto que todos los Gobiernos pasados usaron dichas instituciones como escapes y tapaderas para impresionar a los idealistas, sin jamás respetarlas; desde que se inventó el teléfono, bastó una llamada telefónica para que los Tres Poderes y cualquier otra instancia democrática se doblegara con el consabido “sí señor presidente”, incluida la Suprema Corte de Justicia. ¿No fue así que la Suprema Corte absolvió a la señora Florence Cassez en el fallido sexenio de Peña Nieto?
Tan previsible era el fallo de la Corte y el poder del señor presidente Peña Nieto, que la susodicha ya tenía de antemano su boleto para viajar a París la noche misma de su absolución ¿salvar las instituciones democráticas, volviéndoselas a encargar a su permanente destructor? De verdad que no somos un país serio.
¿La elección más grande de la historia? Más bien la manipulación más grande de la historia, manipulación de las mentes, de las emociones, de los miedos, de los temores, de las pasiones religiosas; ¿votar sin miedo? Pero si ha sido justamente la oposición la que más miedos infundados y fantasiosos ha diseminado por todas partes. Qué lástima que esta costosa pero bien financiada oposición se haya mostrado de tan poco nivel político, de tan vaporosas propuestas, de dimes y diretes torpes, de tan escasa visión, ¿acaso no tenía, sobre todo el PRI, recursos humanos e intelectuales de mayor seriedad y peso?