La nueva encíclica del Papa Francisco (Segunda parte)
“La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida”, (54) indica el Papa.
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Así, el Papa Francisco nos quiere impulsar a que redoblemos pasos para cuidar y promover de nuevo la dignidad de la persona humana, sobre todo frente a los abusos de quienes la pisotean. Especialmente la de los pobres, los descartados, los inmigrantes, los excluidos y los extranjeros.
“Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil... Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas... Estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna” (77) nos invita el Papa a reflexionar.
Por medio de la integración social, en el genuino amor nos ayuda a comprender el sinsentido del aislamiento egoísta. Más bien buscar el bien del otro y de todos juntos, promoviendo el gran valor de la solidaridad “porque todos nacemos en esta tierra con la misma dignidad” (118).
La fraternidad universal debe superar a las “diferencias religiosas, culturales e históricas que son componente esencial en la formación de la personalidad, la cultura y la civilización” (136). Busquemos el sano intercambio y convivencia con los demás.
Y tambien el Papa señala fuerte: “Hay narcisismos localistas que no son un sano amor al propio pueblo y a su cultura. Esconden un espíritu cerrado que, por cierta inseguridad y temor al otro, prefiere crear murallas defensivas para preservarse a sí mismo”. (146) También indica: “Reconozcamos que una persona, mientras menos amplitud tenga en su mente y en su corazón, menos podrá interpretar la realidad cercana donde está inmersa”. (147)
“Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad... Pero deriva en un insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”. (159)
Los populistas exacerban las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población y “se agrava cuando se convierte, con formas groseras o sutiles, en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad”. (159) Y son capaces de mayor degradación populista al desfigurar la palabra “pueblo” cuando en realidad lo que buscan es garantizar votos o aprobación.
Y así, de esta manera, continúan las reflexiones del Sumo Pontífice, muy interesantes por cierto, y que sin duda alguna habrá que leer y enterarse, para tene una opinión propia. Esto fue sólo una probadita.
dellamary@gmail.com