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La necesidad de reformar el sistema electoral en E.U.

Al margen del resultado que tenga la cerrada elección presidencial en Estados Unidos, dos cosas se han confirmado. La primera es que Donald Trump ganando o perdiendo la contienda siempre será polémico, y la segunda es que el sistema indirecto electoral debe cambiar para evitar problemas y ser más justo con la decisión del electorado.

El martes por la noche, cuando la opción de ganar estaba para ambos candidatos, Trump ya hablaba de fraude y amenazaba con llegar hasta la Corte Suprema de la nación para pedir recuentos de votos, sin dar argumentos para recurrir al proceso legal y sorprendió porque las posibilidades matemáticas de votos electorales que otorgan los estados lo ponían aún a ‘tiro de piedra’ para ganar la elección.

Pero con Trump, ganando o perdiendo, las cosas no podían terminar de otra manera.

Mientras tanto, el mensaje de Joe Biden, en las mismas circunstancias de su oponente en cuanto a posibilidades, fue el contraste en el mensaje al hacerlo breve, puntual, sencillo, mesurado y de fe de que aún podría ganar la contienda.

Respecto al sistema electoral, nuevamente los efectos el proceso del martes pasado nos muestra la necesidad de reformarlo y convertirlo en una elección de voto directo, ya que a pesar de que Biden gane de manera significativa el total de comicios emitidos (con más de tres millones de votos directos), Trump podría continuar por cuatro años más gracias al total de votos electorales que se emiten en forma proporcional al número de ciudadanos que representan.

En la historia electoral de Estados Unidos al menos cinco veces se ha llegado o permanecido en la Casa Blanca a pesar de haber perdido el voto popular. La más reciente fue hace cuatro años cuando Hillary Clinton a pesar de ganar con más de un millón de votos, otorgó la victoria a Trump. Otra situación similar sucedió en la contienda electoral del 2000 donde Al Gore perdió con George W Bush.

Para muchos es injusto, para otros legal porque es el sistema oficial de elección.

Recientemente, en el preámbulo de la elección estadounidense, Steven Levistky, politólogo de la Universidad de Harvard señala en su columna del New York Times que “no es una democracia cuando un partido sistemáticamente gana el voto popular y pierde el poder”.

Por otra parte, en su libro ‘Cómo mueren las democracias’, editado en el 2018, se refiere a “las señales alarmantes que ponen en riesgo la democracia liberal de Estados Unidos”, refiriéndose al sistema electoral.

Suceda lo que suceda, gane Biden o pierda Trump, se cuenten los votos nuevamente en algunos estados como propone Trump (la historia nos dice que las veces que se ha recurrido a volver a contar, nunca han cambiado la tendencia), lo único que se confirma es que el país está dividido, polarizado de forma riesgosa y posiblemente lo más importante (en este momento) es que ni el pésimo manejo de la pandemia, del gobierno, ni el de las controversias personales afectaron la imagen de Trump. ¿Usted qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net

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