La muerte de Tadeo
No es la primera vez que en nuestra ciudad se incendian camiones, hay persecuciones de bandidos e inocentes pagando los platos rotos. Lo que hemos vivido todos los tapatíos es impensable; los malhechores irrumpen en nuestros espacios y nadie hace nada, se persigue a “los malos” porque han agraviado a un funcionario público… A mí me encantaría que así –como de película– fueran tras los rufianes que amedrentan a la población, es decir, a todos nosotros.
Me siento indignada, me siento herida y ¿saben qué? Eso no sirve de nada. Porque estamos indignados desde hace tiempo, porque hemos visto cómo nuestro país se cae a pedazos mientras vemos impávidos el nivel de diálogo de nuestros candidatos (¡Otro tema!).
Después de la turbulencia se dieron un par de declaraciones a la prensa, otras en Twitter y la comunidad de a pie lamentó, y lamentamos, la muerte de un bebé de nombre Tadeo. Se hizo mucho ruido en redes y también una reunión-marcha donde amorosamente le dedicaron velas. Todo esto lo vi yo a través de las redes y los medios. Leí frases desesperadas, tales como: “Te fallaron” o “Te fallamos”, “Tadeo, no olvidaremos”. Y cosas por el estilo y cosas con las que estoy de acuerdo.
Imaginé qué sentiría la mamá de Tadeo al ver todo aquello, por lo menos, suspiro, una especie de consuelo al no sentirse tan sola, al ser mínimamente entendida, al ver que alguien se conmueve con una pena que, de hecho, le va a cambiar la vida y la perspectiva de toda su existencia.
Es grave ¿no? Así como suena. La muerte de Tadeo a raíz de la terrible violencia que dejamos crecer en nuestro país, en Jalisco y en Guadalajara, cambia de manera dramática, la existencia de toda su familia, desde su relación con dios hasta su forma de habitar la urbe.
Lo digo en serio. Y es ahí donde urge madurar para estar atentos y poder resolverlo.
¿Sabemos el nivel de secuelas que deja una pérdida de esta índole? (Con esa calidad de violencia, con ese sentido de sorpresa y con todo el tufo de injusticia). La familia de Tadeo –y de todos los asesinados, daños colaterales, los desaparecidos– no necesita que nos quejemos, la familia va a necesitar un nivel de contención y atención emocional y social durante mucho tiempo, hablo de años; los amigos de la familia, los tíos, los abuelos, los maestros de esos niños que mueren en manos de la violencia Y LA NEGLIGENCIA necesitan reestructurarse para entender y sobre todo aceptar dentro de un marco, moderadamente sano, lo que pasó con su bebé.
Si esa familia no sana y no es a ella a quien atendemos, nos espera como sociedad un futuro absolutamente desolador.