La montaña, la maestra
La naturaleza todos los días nos enseña algo, que nosotros estemos dispuestos a escucharlo, depende de nuestra estrecha o ajena relación con ella, del respeto que le profiramos y de la presencia de nuestra vida cotidiana en ella. Desde jovencita que convivo con alpinistas y gente que pasa sus madrugadas o temporadas enteras en una montaña o en alguna cordillera, recorriéndolas todas, preparándose con meses de antelación haciendo pequeños trayectos, esperando el mejor clima y aun así preparándose para la gran incertidumbre de llegar a la cima un buen día. Lo planean todo, comida justa para tantos días, oxígeno, zapatos especiales, ropa justa para la ocasión, bloqueadores solares y en realidad, hacen de esto una real odisea, llegar a la cima, hacer cumbre, lograr lo que uno se propone, lo es.
Pero cuando los vemos de lejos prepararse tanto, poner tanto interés en el proceso, en realidad para mí, van llegando a ella, a la cima, todos los días. Así que aun planeándolo todo, estos valientes, van dispuestos a encontrarse con un millón de factores que no pueden controlar pero que escogen vivir. Así un poco o un mucho también es la vida. Todos los días hacemos un trabajo personal que nos requiere de mucha sensibilidad y compasión, pero la incertidumbre siempre está al acecho y a esta habremos de poner nuestra mejor cara y actitud. En el proceso de llegar a hacer cumbre, encuentro que aunque la decisión de ir a tal o cual proyecto o en este caso montaña, debería ser absolutamente nuestra; de quien nos dejemos o escojamos acompañarnos es una de las claves para vivirlo de manera (más) plena.
Recientemente Netflix estrenó una película que ya está nominada al Oscar con la historia que muchos conocíamos pero que ahora resalta esta fraternidad que, sumando el ímpetu enorme y las ganas de vivir de cada uno, resulta un éxito el haberlo hecho entre los amigos, entre los hermanos, entre el amor que va más allá de eso, porque es un amor que inspira a sobrevivir ante cualquier tempestad por más dura que esta sea. No he visto las demás películas nominadas a mejor película extranjera, pero casi podría decirle, estimado lector, que esta -“La sociedad de la nieve”- se llevará la estatuilla por justamente recordarnos que el espíritu individual puede hacer que se muevan los corazones que tenemos cerca nuestro, puede lograr que la inspiración y fuerza de seguir avanzando se contagie y se multiplique en pequeños círculos, yo de masas ya no hablo, pero que justo esta, la enorme necesidad de vivir, sea algo más que una eterna reflexión y más bien una maravillosa aventura.
Desde aquí, y desde nosotros mismos en esta calma frente a la montaña (la vida) llena de vericuetos e incertidumbre, escojamos bien con quién llegaremos a la cumbre, todos los días. Véala, a ver si coincidimos.
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