Ideas

La mente que sueña

Dentro de todo el pensamiento que nos repiquetea en el día, ese que no cesa, ese que con el tiempo trata uno de aprender, no a controlar sino (disque) a manejar, ese que nos aturde con escenarios desastrosos aunque ese mismo sea el que también nos libera de tales. El pensamiento mismo que nos hace celar violentamente pero que también nos hace entrar en razón, ese con el que detestamos pero con el que amamos sin límites, o con pocos límites, que también se aprenden a poner con el tiempo, con la experiencia. Ese mismo pensamiento en el que todos -me atrevería a decir- hemos cometido el más grave de los crímenes, el más atroz, pero el mismo con el que nos hemos soñado serenos y en paz en una playa desierta lejos de cualquier atisbo de perturbación.

El que con técnicas de respiración, meditación de una, meditación de otra, meditación en movimiento, terapia, psicoanálisis, flores de Bach, alineación de chakras, imanes, rosarios, mantras, rutina, poca o nula azúcar y harinas, una copa, dos o varias de alcohol, amigos y caminatas trata uno de encauzar -lo que de la mente proviene- hacia la quietud, hacia el no perder la compostura, hacia no dejarse vencer al primer bajón ni cantar victoria en el primer subidón, ni mucho menos dejarse encender a la primera mecha. Uf, años y más años entrenando cómo perdonar sin dejar una partícula de rencor que es veneno y que se va colando célula a célula hasta dejarnos imposibilitados de vivir en libertad. Años y más años también y sobre todo, invertidos en poderse perdonar a uno mismo, en volver al pasado pero desde lo que somos hoy, un completo desconocido que se construye día a día.

Total, ahí va uno, luchando por domarse, por no hablar cuando no es debido y por hablar cuando lo es. Y justo cuando parece que ahí vamos sobre el camino correcto, el del guerrero, se nos atraviesan de noche y sin costuras los sueños. La mente que sueña nos muestra y demuestra quienes somos también cuando no hacemos más que dormir, respirar. La mente que sueña nos enseña nuestros miedos a pie de cama y nuestras profundas ilusiones. Los sueños nos anuncian, si bien los sabemos leer (y para esto no necesitamos de gurús), dónde es que estamos realmente en ese momento. La mente que sueña y que recopila estos para la cotidianidad del día siguiente, tiene más herramientas para poder vivir en plenitud. Soñar despierto y dormido son parte fundamental del desarrollo de nosotros los tan complejos seres humanos. No hacerlo, privarnos de hacerlo, nos rinde ante una realidad imposible de cambiar, la nuestra. Que nuestros sueños sean consejeros, aliados y motores que nos permitan transformarnos y así, transformar nuestra realidad.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina

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