Ideas

La lógica presidencial

Durante los últimos cuatro años el discurso del presidente de la república, Andrés Manuel, nos ha aleccionado sobre el impacto y, por ende, la importancia que tiene para la posteridad la manera en que un gobierno conduce a un país durante el periodo correspondiente.

Hoy día considero que nadie tiene duda de que la violencia desatada en la nación durante los pasados sexenios fue responsabilidad directa e inmediata del ejecutivo federal en turno. Pero, ¿quién es entonces responsable de la violencia que vivimos en el actual periodo?

La inercia del pasado tiene sus límites, porque la inercia es una fuerza que tiende a disminuir, a menos que en el presente esa fuerza sea nuevamente vigorizada. Sería muy lamentable que esta situación que vivimos se prolongue a los sexenios siguientes y los respectivos presidentes se la pasen culpando a la cuarta transformación, de lo que ellos no pueden hacer.

“Abrazos y no balazos” es una frase que rima, pero sin duda, una de las frases menos afortunadas del presidente, ya que la mayoría de los opinadores consideraron que esa era la estrategia frente al crimen organizado. De haber sido así, ni habría “guardia nacional”, ni estaría el ejército esparcido por todo el territorio del país. La verdad es que la estrategia real no la conocemos, sólo advertimos que la realidad lejos de cambiar se radicaliza.

Es probable que el presidente haya hecho caso a muchos analistas que consideraron desde su campo de trabajo, que la delincuencia era fruto de la pobreza, de la falta de oportunidades, o de la crisis de valores familiares, de ahí que se desplegara todo un programa de apoyo a jóvenes y familias, para que, teniendo un poco más de recursos y de futuro, no se dejaran seducir por la delincuencia. Sólo que más de alguno, decidido a no dejarse seducir, fue obligado a enrolarse en las filas delincuenciales, frustrando así la lógica del gobierno. Otros se enrolaron de cualquier manera, porque también aquí opera el libre mercado, se comparan salarios, y se sucumbe al poder de la ambición desmedida.

Lo que hemos visto de la estrategia real es una presencia de las fuerzas armadas que evita enfrentamientos directos, con la idea de que estar ahí intimide la libre operación de los criminales, un juego del gato y el ratón donde se acaba por no saber quién es el gato y quién el ratón. En muchos municipios del país la policía está en manos de la delincuencia, frente a la cual se sitúan las camionetas de la GN, siendo observados unos y otros por efectivos del ejército, mientras la ciudadanía trata de sobrevivir como puede. Bueno, pues parece que esta estrategia no ha dado los resultados esperados, mientras que los grupos criminales se robustecen y continúan su guerra interna teniendo como campo de batalla el país entero.

Estos hechos muestran que la delincuencia está usando a los municipios como acicate contra la federación, ¿está haciendo lo mismo con los gobiernos estatales? Seguramente lo intentan, esperamos que sin éxito, pues si lo tuvieran estaríamos al borde del abismo total, sea por el impacto que esto tendría sobre la sociedad, sea por el tipo de recursos extremos que tendrían que utilizarse para poner fin a esta espiral imparable de violencia.

armando.gon@univa.mx

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