Ideas

La llave mágica de lo más profundo

“Mientras la lectura sea para nosotros la iniciadora cuyas llaves mágicas abren en lo más profundo de nosotros mismos la puerta de las moradas donde no habríamos sabido penetrar, su papel en nuestra vida será saludable”, aseguraba Marcel Proust en Sobre la lectura (Centellas, 2011).

Después de leer esto, trato de recordar cuáles han sido algunas de esas lecturas que me han permitido abrir esas puertas para entrar a lo más profundo, ahí mismo, donde no habíamos podido hacerlo.

La lectura, como los sueños, son las llaves mágicas que nos abren la puerta donde no habíamos podido entrar de otra manera, lugares que son como esos jardines secretos o islas prohibidas donde habitan fantasmas que no queremos enfrentar pero que rondan desde hace tiempo, aunque, la verdad de las cosas, una vez que los enfrentamos se aligera la vida.

También llegamos a las profundidades para tirar los lastres que no nos permiten caminar como quisiéramos, cuando experimentamos la catarsis tal como lo cuento en Catarsis para colmar las grietas del alma (BonArt, 2019) -novedad literaria que próximamente estará a la venta en amazon.com.mx con una portada diseñada por Francisco Ugarte y Gonzalo Lebrija-, en donde cuento, entre otras cosas, lo que me pasó cuando vi Las tres hermanas de Chejov, el Rey Lear de Shakespeare o Peer Gynt de Ibsen y pude colmar esas grietas que estaba en el fondo de mi alma, como era la nostalgia por la Ciudad de México con la que vivió mi madre; el exilio de Mina mi hermana como si fuera Cordelia la hija del rey Lear o la muerte de Aase, la madre de Peer Gynt, cuando me sentía todo un Peer hasta que se abrió esa puerta para que saliera la pesadumbre de lo más profundo.

O La línea de sombra de Joseph Conrad para darme cuenta de lo que pasa cuando somos Capitán de barco, sin importar el tamaño, así como todo lo que pude revivir con el Cuarteto de Alejandría de Durrell o con esas otras cosas que estaban en el oscuro pasado y salieron a la luz En busca del tiempo perdido de Proust.

“No nos importaría tanto la literatura si no aprendiéramos en ella tantas cosas que de otro modo no podríamos saber”, escribió Antonio Muñoz Molina esto que tiene que ver con las iniciadoras de la llave mágica para poder descubrir al ser humano, tal como sucede cuando hago una lectura paciente y detallada de las obras de Shakespeare.

Nada como esto que encontré en las Elegías de Duino de Rilke para conocer de qué estamos hechos:

Entonces, sólo el sufrimiento.

Entonces, la aspereza de la vida y la larga experiencia del amor.

Entonces, nada más que lo indecible.

Pero, más tarde, bajo las estrellas,

qué importa?-

bajo las absolutamente indecibles estrellas.

Cuando tocamos fondo, nos podemos transformar para que entonces podamos vivir mejor, como lo propone Proust en Sobre la lectura, incluyendo ese disfrute cuando “entramos por primera vez a esos campos floridos y apartados donde recreamos el espíritu con temas que nos impactan” porque tiene que ver con nuestras dudas, angustias y preocupaciones, tal como lo pude rastrear ahora que estoy escribiendo algunas historias de amor tomadas de la vida real combinadas con otras obras de teatro, sabiendo que los enamorados no ven ni oyen nada de lo que pasa a su alrededor, pero, que, al escribirlas -como si las estuviéramos leyendo-, nos permiten descubrir la máscara que usamos durante un tiempo, para poder quitárnosla y, finalmente, ser quien somos.

Dice Proust que “no ha habido días tan felices como aquellos que hemos vivido con plenitud, leyendo a nuestros preferidos, donde hemos conocido otras vidas que se reflejan en un espejo para mostrarnos eso que está en lo más profundo de nosotros mismos”, tal como resulta por experiencia propia como las he vivido y las sigo viviendo, cuando viajo al interior, leyendo o releyendo un buen libro.

(malba99@yahoo.com)

Síguenos en

Temas

Sigue navegando