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La “lesión más escalofriante de la historia”

La impactante lesión que propinó Antonio “El Pollo” Briseño sobre Giovani dos Santos en el Clásico Nacional del pasado sábado, dejando expuesto el tejido óseo del delantero americanista, recordó por sus semejanzas a la que muchos dentro del mundo del balompié mencionan como “la lesión más escalofriante de la historia”, sucedida en un partido de la Bundesliga alemana un 14 de agosto de 1981.

A los 20 minutos de un encuentro jugado en Bremen, el jugador Ewald Lienen, del Arminia Bielefeld, se retorcía de dolor en el césped tras recibir una dura entrada de Norbert Siegmann, defensor del rival Werder Bremen, quien le marcó los tacos en el muslo. El jugador gritaba y se llevaba las manos a la cabeza, mientras los espectadores y televidentes no podían creer lo que estaban presenciando.

La patada de Siegmann le había provocado una enorme cortada de 25 centímetros que dejaba a la vista de todos tanto los músculos como parte del fémur derecho de Lienen, ya que la piel había sido despedazada por los tachones del defensor. Lienen, entre el dolor y la indignación, se levantó cojeando para recriminar al entrenador del Werder Bremen, Otto Rehhagel, al considerar que éste había dado órdenes a sus jugadores para jugar sucio y lastimar a los contrarios. Los doctores que atendían al lesionado tampoco podían creer lo que veían, dubitativos entre acostar al jugador para atenderlo o llevarse las manos a la cabeza ante la escena que veían.

Asombrosamente, y pese a la crudeza de la lesión, el árbitro sólo le sacó tarjeta amarilla al infractor. Lienen regresó a jugar tras sólo 17 días fuera de las canchas. Demandó a Rehhagel y Siegmann ante los tribunales, pero no obtuvo justicia ya que señalaron que el futbol era un deporte de contacto donde esos accidentes podían ocurrir.

Tampoco Siegmann y Rehhagel la pasaron bien. El futbolista sólo jugó por cinco años más, ante gritos y recriminaciones de aficionados de otros clubes que lo apodaron “El Carnicero”, y tras su retiro, se convirtió al budismo para hacer frente espiritualmente al estigma que llevó tras la lesión a un compañero de trabajo.

En el caso de Rehhagel, el propio entrenador aseguró que llevó puesto un chaleco antibalas en el partido de vuelta en Bielefeld para evitar posibles agresiones de un público enardecido. Obviamente, no convocó a Siegmann para ese partido, que contó con inusuales y extremas medidas de seguridad policiaca en los accesos al estadio. Rehhagel dirigió por muchos años más al Werder Bremen y posteriormente ganó la Eurocopa de 2004 con Grecia, con un futbol aburrido, pero logrando una de las mayores sorpresas de este deporte.

Lienen, un extremo derecho de buena capacidad técnica, jugó todavía 11 años más y luego tuvo una dilatada carrera como entrenador. También fue conocido por su activismo político de izquierdas (era conocido como “Lenin”, una deformación de su apellido con el ex líder bolchevique): fundó en 1987 un sindicato de futbolistas, apoyó públicamente el movimiento por la paz en la entonces Alemania Federal, era vegetariano y respaldaba a los partidos ecologistas o “verdes” de su país. El último club dirigido por Lienen fue el Sankt Pauli, el club de Hamburgo conocido por su ideología de izquierda, antifascista y respetuosa de los derechos de los homosexuales y las minorías. Un equipo a la medida de sus convicciones.

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