La hora de la verdad para el TLCAN
Las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México y Estados Unidos están en punto crucial; al parecer hay acuerdo en la inmensa mayoría de los temas pero, al parecer, quedan dos temas centrales que mantienen la tensión: el capítulo de energía y los mecanismos de solución de controversias. La pretensión de dejar fuera el capítulo de energía que fue puesta sobre la mesa por el negociador que representa al nuevo Gobierno de México, introdujo tensión en el último tramo de las pláticas. Es evidente que el tema es altamente sensible para ambas partes y que se trata de un asunto que va mucho más allá de las cuestiones comerciales, al involucrar temas estratégicos y de seguridad nacional. Durante muchos años se ha construido poco a poco un sistema de interconexión energético, mediante acuerdos de venta de crudo, ductos, conexiones eléctricas y con mecanismos de explotación de yacimientos en aguas profundas en zonas limítrofes.
El TLCAN contempla mecanismos para consolidar el mecanismo de intercambio, y al parecer las nuevas autoridades considerar tomar acción para fortalecer la producción y la autodeterminación en la producción de petrolíferos. La cuestión está en cómo hacerlo: la Reforma Energética aprobada permite la participación de empresas extranjeras en la explotación y comercialización energética, colocando a Pemex como un competidor en la industria. Pero hay algunos que plantean que el esquema debe cambiar para retomar el papel dominante de la petrolera estatal dejando de lado algunas de las reglas de la reforma aprobada.
En este sentido el hecho de que el capítulo de energía del TLCAN incluya normas que fortalecen el sistema aprobado puede chocar con la intención de limitar la participación externa en la industria, como propusieron algunos durante la campaña electoral. Quizá por eso se planteó dejar fuera el capítulo de energía. Sin embargo, parece que las negociaciones se encausan a mantener el capítulo con algunas variables. Una de las cuales, de acuerdo con reportes de prensa es el mecanismo de solución de controversias, al que pueden recurrir las empresas extranjeras cuando consideran que sus intereses son afectados por decisiones de los gobiernos, para exigir compensaciones.
En este sentido según el diario Wall Street Journal la propuesta de que este mecanismo no aplique para las empresas en el sector energético fue presentada por el señor Seade quién representa al Gobierno por tomar posesión, lo que ha provocado un retraso en el acuerdo. En el fondo de la cuestión están los cambios que se plantearán para el sector de energía y la forma como estos cambios podrían contradecir lo pactado. En caso de que se llegue a un acuerdo será reveladora la forma como se trate el tema de energía porque dará pauta para conocer los alcances de los cambios que van a proponer al Congreso mexicano. En caso de que el acuerdo no se alcance por esta causa la señal también puede ser interpretada como el predominio de los criterios más duros dentro del equipo del nuevo Gobierno en la materia.
Por otra parte hay que tomar en cuenta que en caso de que se llegue a un acuerdo, el texto del mismo debe ser aprobado por el Senado en México y por el Congreso en Estados Unidos y Canadá, lo que significará una prueba política, ya que en ese momento será imposible hacer cualquier modificación, se tratará de una ratificación o no del acuerdo alcanzado. Por tanto, el momento de las definiciones es ahora mismo. El hecho de que Donald Trump anuncie la cercanía del acuerdo con México es señal de que las presiones deben estar en punto culminante.
Adicionalmente habrá que agregar que Canadá entrará a la mesa para resolver los temas que parecen también espinosos: la cláusula de terminación automática y los detalles del contenido regional y nacional de la industria automotriz y la inclusión de la industria de lácteos tan protegida por la leyes de la nación de la hoja de maple. Los próximos días serán determinantes en materia económica y política para México porque además de los temas comerciales, detrás de la negociación hay asuntos como la migración y la seguridad que seguramente, en los hechos, serán determinantes para un acuerdo firme y duradero. Se trata ni más ni menos de la reconfiguración de la relación que mantenemos con los Estados Unidos. Uno de los temas esenciales para cualquier Gobierno en la región y especialmente para México.