La hora de la verdad
Al fin, todo llega al momento en que veremos los hechos y dejaremos de especular e imaginar una realidad, que hoy sí se escribe. Sea cual sea el resultado, con explicaciones o interpretaciones al gusto de las partes, veremos también el resultado de las campañas de los candidatos.
Se pueden hacer muchas sospechas y suponer las cosas que a cada quien le plazca. Pero hoy toca saber la realidad que dictaminarán los hechos.
En la antigüedad etrusca existía una tradición muy practicada por una casta de expertos, los Arúspices, que llegaron a ser asesores de los gobernantes romanos, al hacer adivinaciones e interpretar los rayos y truenos de las lluvias y tempestades (brontoscopia), o también hacer agudas observaciones de los hígados de los animales sacrificados con rituales especiales.
Querer adelantarse a los hechos y estar preparados para lo que se viene, era muy cotizado en la antigüedad etrusca y romana.
Y efectivamente lograban orientar mejor las decisiones que los líderes tenían que tomar en relación al Gobierno, a la guerra o al cuidado de la salud y la alimentación.
Hoy, siguiendo esa tradición, quisiéramos adelantarnos a los posibles resultados de la contienda electoral, sea por corazonada o por simples deseos.
México es el primer ganador si llegamos al 60% de participación electoral, si eso llega a suceder es muy probable que gane Xóchitl Gálvez por un pequeño margen. De lo contrario, las huestes oficiales y sus millones de fans lograrán encumbrar a la heredera de la 4T.
El pronóstico es que México está despertando y quiere estar más presente en la vida pública e intervenir más con su voto y voz.
Se acercan momentos de tensión, de dificultad, porque cualquier triunfo de uno de los bandos hará que los opositores acusen de fraude y manipulación de los datos y, seguramente, se promoverá una cierta violencia y desequilibrio social que puede llegar a ocasionar problemas graves al sistema de Gobierno.
México es un país en estado delicado, infectado por el crimen organizado y demasiado polarizado en su visión de lo que mejor conviene, lo cual pone en riesgo la salud de todos.
Queremos lo mejor, pero el grave problema es que la interpretación de qué es lo mejor es lo que desata la discordia.
Las elecciones no van a resolver el problema, pero sí se inicia el proceso para que lo vayamos resolviendo.
Estemos atentos y pongamos nuestro mejor esfuerzo, pues son tiempos claros de definir el rumbo de nuestro querido México.
Si lo resolvemos bien, habrá paz; si no, se desatará una guerra civil. Eso nos dicen los designios divinos, como antes lo hacían los Arúspices.