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La herencia de una agencia

La Agencia Metropolitana de Seguridad, esa que pomposamente pusieron en marcha los alcaldes de Movimiento Ciudadano, llegará al fin del periodo con un gran logro: existir. Dicho en otras palabras, la famosa Agencia solo sirvió para crear burocracia, darle un puesto de relumbrón al regidor Marco Valerio y permitirle al entonces alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, poner una palomita en una promesa de campaña, aunque por supuesto de nada sirvió para resolver el problema de seguridad pública.

La Agencia informó por escrito que el proyecto en que empeñó sus dos años de existencia, la regulación de los valet parking, que ellos identificaron como un gran problema de seguridad de la ciudad, quedará listo… para que lo aprueben las próximas administraciones, si así lo desean. Dicho en castellano puro, los responsables de la agencia se salieron por la tangente, abordando un tema de seguridad que no era medular y ni eso lograron concretar.

El equipo de Enrique Alfaro está ya revisando cómo abordar el tema de seguridad en Jalisco. No es menor, es sin duda el tema más delicado, y lo están trabajando en serio. La pregunta es si queda y dónde la Agencia Metropolitana de Seguridad. Si hoy la desaparecen nadie se va a enterar salvo los pocos burócratas que la habitan y cobran por ello, pero si se reformula como una entidad con fuerza y capacidad operativa, por supuesto que puede tener sentido. Si la quieren para hacer propuestas de política pública ni le gasten, para ello tenemos universidades, investigadores y legisladores. Si es para coordinar a las policías municipales y tener un mando único metropolitano, la Agencia ya creada puede servir.

Todos los gobernadores quieren tener mando único en la ciudad, no así los alcaldes. El mismo Alfaro en su calidad de alcalde nunca estuvo dispuesto a cederla, por razones políticas absolutamente válidas, pero se negó. Esas mismas objeciones tendrán otros alcaldes que, aunque se vistan del mismo color (porque eso de decir que son del mismo partido ya no significa nada, pues son capaces de renegar de su militancia antes de que cante el gallo) no necesariamente están dispuestos a ceder ese espacio.

Seamos sinceros: la verdadera herencia de la Agencia de Seguridad no es un proyecto de ley, lo que hereda es una enorme inoperancia ante el mayor de los problema del Estado. Y lo peor, si mañana deciden matarla, porque políticamente ya no es necesaria para nadie, habrá en el entierro menos gente que en el velorio del tío Simón (éramos 10, y seis nunca lo conocimos).

(diego.petersen@informador.com.mx)

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