La guerra económica en la que estamos metidos
La invasión rusa a Ucrania el 24 de febrero desató una nueva guerra que comenzó un par de días después.
En ella, el enfrentamiento de Rusia no es con Ucrania sino con buena parte de Occidente. Se trata la guerra económica.
El propio Putin ya lo reconoció el día de ayer al señalar que las sanciones impuestas a Rusia “son parecidas a una declaración de guerra”.
La caída de la economía rusa, como producto de esta ofensivo podría ser del orden de 10 por ciento.
Aunque habrá una feroz defensa de las principales ciudades ucranianas, Rusia va a ocuparlas, como ya comenzó a hacerlo y luego la lucha será enfrentada por milicianos, en un periodo prolongado y cruento.
Para Rusia, la guerra ya es costosa y lo va a ser más mantener la ocupación militar de un país que va a resistir.
Mientras que, en el conflicto militar, todos los indicios anticipan el triunfo de los rusos, en la guerra económica, sucede exactamente lo contrario.
Para una gran parte del mundo, habrá consecuencias severas. Además, en la inflación, el impacto ya es visible y se ha expresado en el alza incontenible de los precios de los hidrocarburos y de alimentos, además de mayores tasas de interés.
La apuesta de los países que han impuesto las sanciones es que pueda surgir un descontento interno en Rusia, que obligue al Gobierno de Putin a negociar, o incluso que pueda crear condiciones para que ocurra un cambio de liderazgo.
Pero, eso también implica riesgos con un personaje como Putin al frente de una de las potencias militares del mundo.
Aún si el Gobierno entrara en crisis, no es imposible que antes de derrumbarse, hiciera uso de otros recursos, como esgrimir amenazas militares en contra de otros países vecinos, lo que de facto ya hizo contra Suecia y Finlandia.
Cualquiera que sea el escenario que se presente, tendremos un mundo más inseguro y riesgoso para todos en los siguientes meses.
Eso no puede subestimarse.
Pero, de un modo u otro, la guerra económica probablemente pueda marcar el fin de la autocracia que ha encabezado Putin por muchos años o bien generar un desastre mundial de proporciones apocalípticas.
México no puede abstraerse de este entorno tan complicado.
Hasta ahora, con cierta demora, se sumó finalmente al grupo de naciones que ha condenado la invasión, pero en el tono de las palabras del Presidente López Obrador y de algunos funcionarios, se ha notado ambigüedad, una resistencia a condenar a Rusia y ello se ha expresado en el hecho de que, hasta ahora, no se han aplicado sanciones económicas al Gobierno de Putin, y de acuerdo con lo dicho por el Presidente de la República, no ocurrirá, lo que agradeció ayer el embajador ruso en nuestro país.
En un campo de batalla, quedarse en medio de dos ejércitos no es la decisión más recomendable, pero es lo que parece estar haciendo el Gobierno del Presidente López Obrador.