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La gente contra la Marina

Año con año, Consulta Mitofsky hace una evaluación de la confianza en las instituciones. El Ejército, la Iglesia y las universidades están en el Top Five como las tres mejores. Y, dentro del Ejército, la Marina es una de las instituciones más respetadas. O era.

Desde enero, la Marina fue acusada de desaparición forzada con el testimonio de un joven que asegura que integrantes de esta institución armada lo detuvieron junto a su amigo Ulises Cardona Flores. A él lo golpearon y a su amigo nunca lo volvió a ver.

La madre de Ulises, Norma Flores, ha levantado las piedras desde entonces buscando a su hijo de 17 años. Ha ido a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ha levantado denuncia ante la PGR y hasta se ha metido a las instalaciones de la Marina para buscar a Ulises.

La Marina, cuenta ella, le ha abierto las puertas y hasta le prestó un helicóptero para buscar a su hijo desde el aire. Pero ella no sabe qué pasó y no exime a la Marina. Sigue buscando a su hijo y la única versión que tiene es la del amigo, corroborado por los vecinos de la zona que aseguran que sí, que ese día había patrullas de uniformados. 

El caso es que Ulises no aparece y los peores temores anidan en la mente de sus familiares y amigos. Pero además, no es el único. Hay otros jóvenes desaparecidos y el dolor de sus familiares muy fácilmente se convierte en rabia.

Ayer lo pudimos constatar: los ciudadanos de Zapotlán el Grande (antes Ciudad Guzmán, pero desde antes Zapotlán el Grande) se juntaron para protestar por los desaparecidos y en su camino toparon con un grupo de sospechosos: soldados de la Marina.

No es justificable el ataque a las fuerzas armadas por ningún motivo y, además, es un delito que amerita de uno a seis años de prisión, según el Código Penal Federal. Pero aunque no es justificable y debe ser castigado, es comprensible la transformación de sentimientos de ausencia  y dolor en impotencia y furia.

Por eso los soldados fueron atacados. No por los familiares de Ulises, por cierto, cuya madre incluso ha hecho pública una carta en la que advierte que sigue confiando en las instituciones y en la vía pacífica. Pero los ciudadanos enardecidos ya no confían en esas instituciones. Les tienen miedo y les tienen coraje. Tanto, que incluso les rayan las camionetas con las siglas del enemigo común: el cártel Nueva Generación. Es casi como decirle al Ejército que es preferible el crimen organizado que lo que hacen las fuerzas armadas (entre lo que los ciudadanos incluyen la desaparición de los jóvenes).

Triple tarea tiene entonces el Ejército. Primero, responder con dignidad y sin fuerza. Segundo, limpiar su nombre ayudando y transparentando todo lo que se le pida para encontrar o resolver el caso de Ulises. Y tercero, refrendar el lado del que están porque los obligan a patrullar como policías y terminan perdiendo la confianza de los ciudadanos.

(ivabelle@gmail.com / @ivabelle_a)

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