La esposa que le gusta mandar
Sin duda hay hombres sumisos que no tienen conflicto para dejarse mangonear por la pareja y acabar haciendo lo que ellas le piden.
Si obedecieron a las madres ¿por qué no a la esposa?
Hay mujeres que tienen mucho carácter y la facilidad para gobernar a los demás, suelen ser determinantes e impositivas. Generalmente empiezan por decidir muchas actividades dentro del hogar, y las cosas se tienen que hacer a su modo. Cualquier intento, por no acatar sus instrucciones, conlleva a una reacción de molestia y desaprobación. Así que muchas veces es mejor ni discutir ni enfrascarse en conflictos de autoridad con una mujer así. Digamos que si tiene razón, no hay ningún problema, pero la cuestión es que acaba por ser un estilo de convivencia.
La dificultad es cuando se llegan a pasar de la raya, y entonces ya recurren al chantaje, el mal humor, la represalia y hasta sutiles o francas agresiones, con tal de seguir su modo de imponer.
Se agrava aún más, cuando son mujeres que además de querer mandar, padecen de pereza, glotonería y propensión a gastar. Síntoma claro de que las cosas se van a ser a su antojo y punto.
Por lo regular una pareja dominante, tiene la tendencia a ser supervisora, vigilante, caprichosa y desde luego padecer celos. Suelen estar muy al pendiente de que todo esté en el lugar que disponen y nada se puede hacer sin que intervengan. Por ello mismo pueden ser posesivas y quieren enterarse de todo. Por supuesto, no soportan que las cosas se hagan a sus espaldas y sin que se les consulte antes de que se realice algo. Pues el estar bien enteradas e informadas es de gran importancia.
La intransigencia puede ir acompañada de malos modales y hasta un lenguaje grosero y en extremo directo. Simplemente no hay rodeos y se tienen que hacer las cosas como ella dice.
Este tipo de esposa, tiende a nulificar la voluntad del marido y generar la rebeldía en los hijos, pues no es nada agradable convivir con alguien que vive para mandar y someter.
Muchos varones acaban por no tener otro remedio que alejarse de un estilo así, con tal de no pelear y disputar el poder que ella posee.
Una mujer dominante se reconoce cuando te hace ver que tú no tienes la razón, y ella sí. Tus propuestas no tienen sentido y se acaba haciendo lo que ella dice.