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La de atrás paga

Cuando éramos chamacos de secundaria e íbamos ya de regreso a nuestras casas, acostumbrábamos esperar el camión en la avenida Insurgentes de la CDMX. Éramos cuatro o cinco muy amigos y con mucha confianza. Cuando llegaba el camión, era muy usual estar muy atentos para subir el primero y en más de una ocasión aplicábamos aquello de: “El de atrás paga…”. Y pues sí, efectivamente, el que esa tarde había estado más distraído pagaba el pasaje de los demás; no le quedaba de otra. Era divertido y a la vez justo porque por muy atentos que estuviésemos, todos los días en varias ocasiones nos tocó ser el de atrás, el último, y pagábamos el pasaje de los demás. Cincuenta centavos costaba.

Aunque no lo parezca, el presidente López Obrador ya está más allá del bien y del mal. Por mucho que se esfuerce en discutir, predicar a sus escuchas en la mañanera o tener arranques de prepotencia, su poder al igual que su sexenio ya van a la baja.

Es muy poco probable que su recién aprobado Plan B, en caso de que llegase a publicarlo, avance después de pasar por el análisis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El modificar mucho o poco el Instituto Nacional Electoral ya es una batalla ociosa que él, en su afán de no querer reconocer que cada vez es menos su poder, no solo ya perdió sino que está teniendo un costo importante para su movimiento.

El solito se ha cazado una gran bronca con la clase media pretendiendo ignorar el poder que ese segmento tiene en los movimientos y decisiones que mueven a un país.

Ya desde la marcha de noviembre del año pasado descalificó el movimiento y se dedicó a “cocorear” a quienes ahí participaron.

¿Resultado?

La marcha del domingo pasado fue aún más multitudinaria, más nacional y más iracunda. Con mayor enojo, no tanto hacia sus decisiones a veces poco claras, sino en contra de su forma de gobernar; se ha vuelto el rey del desprecio y las burlas a quienes están en su contra.

Él ya está de salida y no le afecta lo que hoy piense la clase media, pero se le olvida que fue la clase harta de robos, trampas y cochupos de gobiernos del PAN y del PRI la que en la elección definitiva del 2018 lo llevó al poder. No fueron los sectores populares que él tanto dice defender porque ahí no se ganan elecciones.

Y esa clase media que gana elecciones ya no está más con él, ni lo estará.

Y la que debe estar francamente preocupada es la señora Sheinbaum, su heredera, porque las miradas de la clase media ya voltean hacia ella con el mismo recelo y desprecio que hacia López Obrador.

Él ya se subió al camión, ya casi termina su viaje, y sin darse cuenta, con sus actos, está diciendo: “El de atrás paga…”, y esa es Claudia Sheinbaum.

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