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La crisis del Xiao Mian

Hace 20 años hubiera sido una locura sugerir que las tasas de interés de los países desarrollados estarían en cero, o que en Japón, Suiza y Alemania serían negativas. Los contextos cambian y cada vez más rápido. También los orígenes de las crisis económicas. La del tequila (1994) se originó en México y la gran recesión (2007) en los Estados Unidos. Cada una de ellas se detonaron por causas distintas y afectaron en forma diferente a los sectores productivos. Ahora estamos una vez más ante el inicio de una nueva recesión económica que se originaría en China, la cual podríamos bautizar como la crisis Xiao Mian (Chow Mein). Como sabemos ésta tendría su origen en el virus Covid-19, no como las dos anteriores, detonadas por el excesivo endeudamiento público o privado.

A diferencia de las dos recesiones anteriores que afectaron más el lado de la demanda, ésta afectará más el lado de la oferta. Las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales (que representan casi la mitad del comercio mundial) son uno de los efectos más claros del coronavirus. Cuando decenas de millones de personas no pueden ir a trabajar por orden de los gobiernos o por miedo, las cadenas de valor se rompen, las fronteras se bloquean y el comercio mundial se contrae. Como consecuencia, las empresas no podrán terminar su propia producción y no podrán llevar sus productos a los clientes. Esto afectará no solo a las industrias tradicionales como la fabricación de automóviles, sino también a las industrias de tecnología. Otro riesgo es que los flujos financieros extranjeros se desplacen de los países afectados. El resultado será una menor actividad económica y un menor crecimiento. Algunos sugieren que el PIB mundial para 2020 caerá entre -1.5 y 0.5%.

Por supuesto, también habrá un choque de la demanda. Los sectores de servicios, incluidos la aviación, los viajes y el turismo, serían los más afectados, esto golpea aún más a los países en desarrollo que dependen del sector transporte y turismo. Pero a diferencia de las crisis financieras anteriores esta disminución de la demanda no será generalizada, en lo que respecta a los Estados Unidos.

Los economistas generalmente están de acuerdo en que los niveles de deuda acumulada de los hogares estadounidenses antes de la crisis del 2007-2008 profundizaron y prolongaron la recesión. Muchos reconocen que cuando esta estalló los consumidores estadounidenses cambiaron sus patrones de consumo para priorizar el pago de la deuda, lo que disminuyó la demanda de la mayoría de productos. En esta ocasión los patrones de consumo pueden ser diferentes. A diferencia de lo que ocurrió en el 2008, la deuda relacionada con la vivienda hoy es menor. Más importante aún, la morosidad de las hipotecas está en mínimos históricos, lo que indica que hay más prestatarios financieramente estables capaces de realizar sus pagos. También, en general los precios de la vivienda están estables o aumentando. A esto hay que sumar las medidas económicas anunciadas por el gobierno norteamericano para mitigar los efectos negativos.

El que la disminución de la demanda no sea generalizada puede ocasionar otro tipo de problemas. Una recesión impulsada por el lado de la oferta causara escasez de muchos productos, que podría en última instancia empujar los precios hacia arriba no hacia abajo como fue el caso de la última gran recesión. Esto es, existe la posibilidad que se generen presiones inflacionarias en algunos sectores complicando aún más el escenario económico. Estos son tiempos difíciles para gobernantes, actuar con rapidez y decisión es imperativo. La gran pregunta para muchos es cuándo empezar las restricciones más estrictas y si frente al resto de países se requieren políticas cooperativas o proteccionistas.

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