La comentocracia también debe reinventarse
Ante el triunfo arrasador de Claudia Sheinbaum y Morena, un sector de la comentocracia mexicana quedó pasmado.
Los “análisis” postelectorales para explicar el triunfo morenista han alcanzado momentos estelares: “volvieron a colocarse las cadenas que les quitamos”, “los votantes mexicanos son comprables” o, como aseveró un analista local, “el morenista está menos politizado”.
Otros comentócratas más “razonables” le recuerdan al auditorio -tratando de convencerse a sí mismos- que esos votantes “también son mexicanos, también son ciudadanos” (la corona española hace cinco siglos también concluyó generosamente que los indios sí tenían alma).
Uno de los falsos pilares que sostuvieron la ilusión de una oposición competitiva fueron ciertas figuras de la comentocracia intelectual, periodística y de la “sociedad civil”. Si la oposición desea reinventarse debe hacerlo también a partir de sus alianzas y simpatías con una casta mediática que sólo ha sido su acrítica cámara de eco.
El antiobradorismo y el antimorenismo como dogma sólo dialogan con los convencidos que son minoría. La polarización se convirtió en “mayorización”: dos terceras partes entregaron un mandato popular casi absoluto a la próxima Presidenta.
La revisión autocrítica debe alcanzarnos a todas y todos los que tenemos la responsabilidad de un espacio de opinión. ¿Qué México estamos contando? ¿En dónde están las preocupaciones de la gente?
Si la mitad de la preocupación que mostramos por "los mercados y los inversionistas" la mostráramos por las preocupaciones inmediatas y domésticas de la mayoría de la gente -la renta, el salario, la jubilación digna-, quizás otro sería hoy el mapa político en el país.
No se trata de excluir una visión sino de ampliarla. Tampoco podemos permitir que el país quede definido por una lucha de clases estéril. Hay que comprender qué aspectos de la justicia social atendió el obradorismo: salario mínimo, eliminación del outsourcing, apoyos sociales, pensiones.
Tras el triunfo de Sheinbaum circuló profusamente una campaña convertida en meme. Consistía en un letrero que decía: “Ya no le voy a dar propina al mesero, ni al cerillo, ni al limpiabrisas. Que los mantenga Morena”.
Detrás se esconde la idea de que unos votos valen más que otros y un sentimiento de superioridad basado en la desigualdad económica y de oportunidades. Hay que romper esos relatos desde una nueva comentocracia aterrizada en el planeta tierra, en un país llamado México.
jonathan.lomeli@informador.com.mx