La cita después de la Cumbre desairada
Múltiples fueron las interpretaciones que se hicieron ayer de la visita de apenas una hora que le hizo el Presidente Andrés Manuel López Obrador a su homólogo de Estados Unidos, Joe Biden.
Desde los que resaltaron que Biden no lo hubiera recibido en la puerta de la Casa Blanca, como sí lo hizo Donald Trump; el que el presidente estadounidense no haya hecho eco a las críticas que hizo AMLO a los republicanos “conservadores”; hasta los que celebraron que no se hubieran dado sobresaltos mayores y el trato afable del anfitrión al resaltar la buena relación “fuerte y productiva” que lleva con López Obrador.
Lo que fue evidente es que para la primera reunión presencial AMLO-Biden, luego de la tensión que provocó el desaire de no acudir a la Cumbre de las Américas el mes pasado, en protesta por que el gobierno de Estados Unidos no invitó a los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, hizo falta más trabajo diplomático como el que se desplegó en aquella primera visita a Trump.
Se notó que el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, no se pudo concentrar al cien por ciento por su gira previa a Asia, al igual que le pasó al embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, por estar contagiado de COVID-19.
Hasta ahí los aspectos de forma, que sin duda, importan y hablan de cómo anda la relación entre ambos mandatarios.
En los temas de fondo habrá que ver qué tanto caso hace el gobierno de Biden a los planteamientos en temas de energía, combustibles y migración que hizo el presidente mexicano, pero sobre todo las señales que vengan en los temas álgidos como los amparos que han presentado empresas de Estados Unidos por lo que consideran violaciones a los términos del Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Basta recordar las observaciones hechas cuando vino a México este año Jennifer Granholm, que retomó las peticiones que hicieron legisladores estadounidenses a la Casa Blanca de endurecer su postura y manifestar su inconformidad con los términos de la reforma que impulsaba la 4T.
Lo que habrá que ver también es si López Obrador platicó en corto o no, tanto con la vicepresidente Kamala Harris, como con Biden, los temas de seguridad, que sin duda han tensado también la relación bilateral como cuando el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, alertó sobre las muertes de periodistas que amenazaban la libertad de expresión y con ello la democracia, o cuando en el Reporte Anual sobre la Estrategia de Control de Drogas donde el gobierno de Joe Biden consideró “inaceptable” los crecientes volúmenes de heroína y metanfetaminas que entraban por México a su territorio y que calcularon en un 97 por ciento del marcado, así como los altos grados de impunidad por un Poder Judicial infiltrado por el crimen organizado y que se reflejaba en que solo hubo tres sentencias condenatorias por lavado de dinero el año pasado.
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